La discusión sobre el tren en Morelia ha estado marcada durante años por la frustración ciudadana: largos convoyes que parten la ciudad en dos, patios de maniobra que afectan colonias enteras y la sensación de que la infraestructura ferroviaria es más un lastre que una oportunidad. Ahora, el alcalde Alfonso Martínez Alcázar pretende darle la vuelta a esa narrativa y plantear a la presidenta Claudia Sheinbaum la inclusión de la capital michoacana en el proyecto ferroviario nacional que impulsa su gobierno, una de las apuestas más ambiciosas de infraestructura de esta administración.
Ese plan federal contempla la reactivación de trenes de pasajeros en más de tres mil kilómetros de vías y, en su primera fase, se centra en cuatro rutas prioritarias: Ciudad de México–Querétaro, AIFA–Pachuca, Saltillo–Nuevo Laredo y Querétaro–Irapuato. De todas ellas, la más simbólica es la línea Ciudad de México–Querétaro, inaugurada de manera oficial en abril y cuya conclusión está prevista para 2027. Ninguna de estas rutas incluye a Morelia, de modo que la gestión del alcalde representaría una incorporación inédita en el trazado original.
En entrevista, Martínez sostuvo que Morelia tiene condiciones para sumarse a la ruta y que hacerlo significaría detonar la actividad económica de la región. La visita de Sheinbaum a la ciudad el próximo domingo se perfila como el momento en que el edil llevará esta petición directamente a la mandataria. El planteamiento busca reposicionar a la capital no como víctima de la presencia del tren, sino como un actor que puede capitalizarlo.
Al ser cuestionado sobre el hartazgo ciudadano por las afectaciones que provoca el paso ferroviario, el alcalde admitió que la clave está en aprovechar la infraestructura existente y no en intentar desaparecerla. “Lo que tenemos que sacar de Morelia no es el tren, sino el patio de maniobras”, señaló. Según su visión, los puentes viales ya construidos han reducido el impacto en la movilidad y ahora corresponde transformar un problema en una oportunidad.
La alternativa de retirar por completo las vías del centro, explicó, supondría un costo altísimo que el Gobierno Federal no asumiría, por lo que se estudian soluciones más viables como un nuevo puente en la zona del Pípila que ayude a reducir el tráfico vehicular. Bajo esa lógica, lo importante no es erradicar el tren, sino integrarlo a la dinámica urbana y regional.
La apuesta, en palabras del propio edil, es dejar de ver al tren como obstáculo y empezar a entenderlo como activo. “Tenemos que cambiar la visión de nuestra ciudad. Tenemos que ver lo afortunados que podemos ser de que pase el tren por Morelia”, concluyó.
Con este giro de discurso, el gobierno municipal no solo busca un asiento en la agenda ferroviaria nacional, sino también cambiar el relato político en torno a una de las infraestructuras más controvertidas de la capital michoacana. Lo que está en juego no es únicamente una ruta ferroviaria, sino la posibilidad de redefinir la relación de Morelia con su propio desarrollo.