Antes de convertirse en líder de la Iglesia Católica, Jorge Mario Bergoglio vivió un amor de juventud que influyó profundamente en su camino espiritual.
Amalia Damonte, su amiga y primer amor en el barrio de Flores, Buenos Aires, compartió con él sueños e ilusiones que se truncaron cuando sus padres prohibieron la relación.
Bergoglio, fiel a su palabra de juventud, eligió el sacerdocio, promesa que marcaría su vida para siempre.
Durante su adolescencia, Jorge Mario y Amalia intercambiaban cartas donde expresaban sus sentimientos. En una de ellas, él le escribió: “Si no me caso con vos, me hago cura”.
Te puede interesar: El Papa ya descansa en en la basílica Santa María la Mayor
Aunque imaginaban una vida juntos, los deseos familiares impidieron que su amor prosperara, dejando en ambos una huella imborrable. “Era un muchacho maravilloso”, recordó Amalia, quien aún conserva viva la memoria de aquellos años.
Tras aquel doloroso distanciamiento, Bergoglio se volcó de lleno a su vocación religiosa. Fue ordenado sacerdote en 1969 y más tarde obispo de Buenos Aires, hasta alcanzar el máximo liderazgo de la Iglesia Católica en 2013, al ser elegido como el Papa número 266, adoptando el nombre de Francisco.
Su vida, desde entonces, estuvo dedicada a la fe, la humildad y el servicio a los demás.
El fallecimiento de Francisco, el 21 de abril a los 88 años, generó una gran conmoción mundial.