Analizan demanda para retirar la corona de Fátima Bosch
evangelio | 23 noviembre, 2025

La polémica que rodea la coronación de Fátima Bosch en Miss Universe 2025 dejó de ser un episodio de redes para convertirse en un caso que podría escalar al terreno legal. Omar Harfouch, exjuez del certamen, confirmó que evalúa presentar una demanda en Estados Unidos tras haber renunciado días antes de la final, argumentando que el proceso estuvo marcado por irregularidades que, según él, alteraron el resultado.

Harfouch afirmó que la preselección de las finalistas no siguió los criterios establecidos y que parte del jurado fue integrado de último momento sin el procedimiento formal. También sostiene que existieron presiones internas orientadas a favorecer a Bosch, un señalamiento que la organización Miss Universe ha negado públicamente.

La controversia no termina ahí. En medios internacionales se han retomado cuestionamientos sobre posibles conflictos de interés relacionados con el entorno empresarial del certamen y los vínculos de figuras cercanas al concurso con contratos públicos que en años recientes estuvieron bajo revisión. Aunque no hay pruebas que conecten directamente esos contratos con el resultado del certamen, la coincidencia de actores y momentos ha alimentado la sospecha de que la competencia pudo haberse desarrollado en un ambiente poco transparente.

El escenario legal que analiza Harfouch obligaría a revisar documentación interna: contratos, criterios de evaluación, reglamentos aplicados en cada etapa y los mecanismos de supervisión del certamen. Un litigio de este tipo rara vez prospera, pero el solo planteamiento abre un flanco sensible para una organización acostumbrada a operar con identidad, glamour y control narrativo.

Bosch, por su parte, ha mantenido un tono prudente. Continúa con su agenda como Miss Universe México, evita confrontaciones directas y ha reiterado que su preparación y desempeño fueron las únicas claves de su triunfo. Hasta ahora la organización internacional tampoco ha dado señales de iniciar un proceso que pudiera poner en riesgo la corona.

Lo que sí queda claro es que, ante la magnitud mediática de Miss Universe, la disputa no se reduce a una diferencia entre un exjurado y la organización. Está en juego la credibilidad de un formato que vive de la confianza del público, del prestigio de las marcas asociadas y de la solidez de sus propios mecanismos internos. Cualquier fisura, por mínima que sea, se amplifica en un escenario global donde la transparencia se ha convertido en un valor exigido incluso al entretenimiento.

La pregunta que queda abierta es si esta controversia será un episodio pasajero o el punto de partida para un escrutinio más profundo del certamen. Dependerá, en buena medida, de si la demanda se formaliza y de la respuesta que Miss Universe decida dar no solo a Harfouch, sino a la audiencia que observa con creciente atención.

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