Equipos de rescate continúan trabajando para encontrar sobrevivientes tras el terremoto que sacudió la noche del lunes 18 de diciembre las provincias chinas de Gansu y Qinghai, y por el cual hasta el momento se reportan 127 muertos y 734 heridos.

Equipos de rescate trabajan en medio de una intensa ola de frío que dificulta las tareas de auxilio, según el testimonio de un rescatista, que también apunta complicaciones para acceder a las regiones montañosas afectadas por el sismo de magnitud 6.2, y que tuvo su epicentro en la frontera entre las dos citadas provincias.

A raíz del terremoto, hay al menos 20 personas desaparecidas, que son buscados con drones, excavadoras y topadoras.

“Las 72 horas posteriores a un terremoto, cuando es más probable rescatar a los supervivientes, se podrían acortar por el mal tiempo, con lo que las víctimas atrapadas se enfrentan a un mayor riesgo”, indicó la agencia estatal Xinhua.

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El Ejecutivo chino y el Ministerio de Gestión de Emergencias decretaron una respuesta de nivel II al siniestro, que afectó especialmente al condado de Jishisan, en Gansu, y a la ciudad de Haidong, en la vecina Qinghai, enviando médicos y material sanitario a la zona del desastre.

El sismo dañó más de 150 mil casas en la zona de Jishisan, a lo que hay que sumar interrupciones en el suministro de agua, comunicaciones y electricidad.

Se trata del movimiento telúrico más mortífero en China desde el sucedido en agosto de 2014 en la provincia occidental de Yunnan, que dejó 617 fallecidos; pero muy lejos del sufrido en 2008 en la provincia de Sichuan, que dejó al menos 70 mil muertos.