Los recientes ataques del Ejército israelí sobre territorio iraní han desencadenado una reacción global de dimensiones aún incalculables, cuyas consecuencias se reflejan ya en la economía mundial y, en particular, en Latinoamérica.
El aumento en los precios del petróleo, la volatilidad en los mercados financieros y la posibilidad de una mayor presión geopolítica por parte de Estados Unidos forman parte del nuevo panorama que se configura tras la ofensiva.
Irán, tercer país con mayores reservas de petróleo en el mundo, produce cerca de cuatro millones de barriles diarios. El riesgo de que su capacidad exportadora se vea afectada, o incluso que pueda bloquear el Estrecho de Ormuz —por donde transita un tercio del crudo global—, ha disparado el precio del barril en un 8 % en pocas horas, alcanzando los 70 dólares.
En América Latina, donde varios países dependen de la importación de hidrocarburos, ya se anticipan efectos negativos sobre la inflación y las balanzas comerciales. En contraste, empresas petroleras como Petrobras, YPF y Ecopetrol experimentaron alzas bursátiles, según datos de Bloomberg.
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En los mercados financieros, el conflicto también ha provocado una oleada de inestabilidad. El índice de volatilidad VIX, conocido como el “índice del miedo”, se elevó a niveles máximos no vistos desde mayo.
El oro, activo refugio por excelencia, alcanzó precios récord, mientras que índices como el S&P 500 y el Dow Jones registraron fuertes caídas. Las bolsas latinoamericanas también cerraron con retrocesos, reflejando el creciente temor de los inversionistas frente a un conflicto prolongado.
A este escenario se suma la atención sobre la postura que tomará Estados Unidos, principal aliado de Israel.
En caso de involucrarse de forma directa, la administración de Donald Trump podría buscar reforzar su presencia militar en el hemisferio occidental.
Analistas advierten que países latinoamericanos considerados adversarios de Washington, como Venezuela y Cuba, podrían ser blanco de nuevas presiones, mientras que los aliados estratégicos se verían obligados a tomar posición en un conflicto que amenaza con reconfigurar el orden geopolítico.