La violencia intrafamiliar se ha convertido en una de las crisis más persistentes y silenciosas en Michoacán. Según datos de la Fiscalía General del Estado (FGE), durante los últimos meses se ha registrado un promedio de 160 denuncias mensuales por agresiones dentro del hogar, una tendencia que mantiene al estado entre los primeros lugares del país en este tipo de delitos.
El fenómeno no es nuevo, pero sí más visible. Los reportes oficiales muestran un incremento sostenido de casos en municipios como Morelia, Uruapan, Zamora y Apatzingán, donde la violencia doméstica se entrelaza con la precariedad económica, el consumo de drogas y la descomposición social. Las autoridades reconocen que, detrás de cada expediente abierto, existen múltiples episodios no denunciados, especialmente en comunidades rurales o zonas marginadas donde el silencio sigue siendo la norma.
Especialistas en derechos humanos advierten que el subregistro distorsiona la verdadera magnitud del problema. De acuerdo con el Observatorio de Igualdad Sustantiva, solo tres de cada diez mujeres víctimas de violencia intrafamiliar presentan una denuncia formal, y la mayoría lo hace cuando ya ha habido lesiones graves o riesgo de muerte. El resto, explican, teme represalias o desconfía de las instituciones.
En los últimos años, el gobierno estatal ha intentado fortalecer los mecanismos de atención con la creación de Unidades de Igualdad de Género en dependencias públicas y con la expansión de centros de justicia para mujeres, sin embargo, los recursos siguen siendo insuficientes. Los refugios en Morelia y Uruapan operan a su máxima capacidad y los protocolos de protección no alcanzan para cubrir a todas las víctimas que buscan apoyo.
El impacto también se percibe en los sectores educativo y sanitario. Las escuelas reportan un aumento de menores con signos de maltrato o conductas derivadas de ambientes violentos, mientras que los hospitales públicos registran más ingresos por agresiones físicas en el entorno doméstico. Organizaciones civiles como Humanas Sin Violencia sostienen que la violencia intrafamiliar en Michoacán no es un problema aislado, sino un reflejo directo de la descomposición social y la impunidad que se reproduce dentro y fuera de los hogares.
De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en 2025 los casos de violencia familiar en Michoacán crecieron un 18 % respecto al año anterior, un incremento superior al promedio nacional. A pesar de ello, el número de órdenes de protección emitidas apenas cubre una fracción de las denuncias presentadas.
La FGE ha anunciado una nueva campaña de prevención y un protocolo unificado de actuación entre las áreas de seguridad y salud. Sin embargo, mientras la mayoría de las víctimas siga sin denunciar, la violencia doméstica continuará siendo un delito oculto: una herida que se reproduce en silencio dentro de los hogares michoacanos.