A las 12:38 del 28 de abril, España experimentó el mayor apagón eléctrico de su historia, afectando también a Portugal y partes de Francia e Italia.
Durante más de 12 horas, millones de personas permanecieron sin suministro eléctrico ni servicios de telefonía, lo que paralizó hospitales, escuelas, transportes y comercios.
La causa aún no ha sido determinada, aunque desde La Moncloa se sugiere que todo apunta a un ciberataque.
El presidente Pedro Sánchez calificó la situación de “absolutamente excepcional” y pidió calma a la población, asegurando que todas las hipótesis están siendo investigadas.
La repentina pérdida de 15 gigavatios de energía desestabilizó la red eléctrica ibérica, provocando su desconexión del sistema europeo. Este incidente, que afectó al 60 % del consumo nacional en ese momento, dejó a oscuras a más de 35 mil personas atrapadas en trenes, elevadores y centros urbanos.
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Durante la crisis, la solidaridad ciudadana se manifestó con fuerza: personas ofrecieron alimentos, agua y ayuda a quienes quedaron varados. A pesar del caos y la desinformación, no se reportaron incidentes graves de violencia o vandalismo.
La red comenzó a restablecerse gradualmente al filo de las 5 de la mañana del día siguiente, alcanzando un 92 % del suministro recuperado, según Red Eléctrica.
Este apagón ha reavivado el debate sobre la integración energética europea. Mientras se evalúan sus implicaciones técnicas y de seguridad, el Consejo de Seguridad Nacional español y los ministros de Medio Ambiente de la UE se reunirán para abordar el incidente.
Las autoridades recomiendan evitar desplazamientos innecesarios y el uso excesivo del teléfono móvil hasta nuevo aviso.