El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pronunció una histórica disculpa por las atrocidades cometidas durante más de un siglo contra miles de niños nativos americanos, quienes fueron secuestrados y forzados a asistir a escuelas de internado donde sufrieron maltratos e intentos sistemáticos de borrar su cultura.

“Formalmente me disculpo, como presidente de los Estados Unidos, por lo que hicimos”, afirmó Biden, al referirse a ese “capítulo oscuro” de la historia del país.

Afirmó que esos internados son “un pecado en nuestras almas”, reconociendo el profundo dolor y la devastación que la comunidad indígena ha soportado durante generaciones.

Hasta la fecha, ningún presidente estadounidense había ofrecido una disculpa formal por las políticas que llevaron al establecimiento de estos internados.

Biden enfatizó la importancia de reconocer los daños del pasado para forjar un nuevo camino en las relaciones entre el gobierno federal y las comunidades indígenas.

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La secretaria del Interior de Estados Unidos, Deb Haaland, la primera nativa americana en ocupar un cargo en el gabinete, inició una investigación para examinar el legado problemático de las políticas federales de internados indios.

Un informe del Departamento del Interior reveló que al menos 973 niños murieron en esas instituciones que fueron diseñadas para asimilar a los nativos americanos, destruyendo su cultura y su identidad a través de métodos brutales.

La Casa Blanca lamentó que el sistema de internados indios fue una herramienta del gobierno federal para imponer una asimilación cultural violenta, que separó a los niños de sus familias y comunidades, además de eliminar su lengua, religión y creencias culturales.

Durante el período comprendido entre 1819 y la década de 1970, Estados Unidos gastó más de 23 mil millones de dólares, en términos ajustados a la inflación, para mantener estas escuelas, donde muchos niños sufrieron abusos físicos y emocionales.

Biden recalcó que no solo busca ofrecer disculpas, sino también recordar la importancia de contar la historia completa del país, incluso cuando esta es dolorosa.

“Debemos aprender de esa historia para que nunca se repita”, concluyó.