En la actual era del bienestar en el trabajo, la percepción del entorno laboral ya no se trata únicamente de garantizar que los colaboradores gozan de un estado óptimo de salud física y mental; hoy, el enfoque se amplía hacia la necesidad de que los empleados realicen sus tareas con gusto y, sobre todo, que sean felices en su labor diaria.
De acuerdo con un estudio reciente de Willis Towers Watson (WTC), los programas de bienestar están intrínsecamente relacionados con el rendimiento de las organizaciones.
La firma subraya que, para cultivar una fuerza laboral resiliente y asegurar el éxito empresarial, las compañías están destinando recursos significativos hacia una diversidad de iniciativas de bienestar.
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Expertos en la materia indicaron que el bienestar integral no se limita a la implementación de estrategias que cumplan con las normativas establecidas.
Para que realmente se hable de un bienestar efectivo, es necesario trascender los simples requisitos y plantear una cultura organizacional que priorice la felicidad en el trabajo.
Las organizaciones deben reflexionar sobre sus objetivos en relación a los programas de bienestar y el impacto que desean alcanzar. La salud mental, resaltan, va más allá de simplemente sentirse bien; implica encontrar satisfacción y alegría en lo que se hace cada día.
Como parte de la transformación, el desafío central radica en convertir las normativas impuestas por el gobierno en componentes fundamentales de la cultura y la visión de la empresa.
Para lograrlo, es esencial que cada estrategia de bienestar se base en un profundo conocimiento de las necesidades e intereses de los colaboradores, así como del tipo de industria y las diversas generaciones que coexisten en el entorno laboral.