Bioplásticos: la promesa sostenible frente al gigante del plástico fósil
evangelio | 27 abril, 2025

La producción mundial de plástico de origen fósil alcanza las 450 millones de toneladas anuales, un material omnipresente pero con graves consecuencias para el medioambiente y la salud humana.

Ante ese panorama, los bioplásticos se posicionan como una alternativa prometedora, impulsando la investigación y el desarrollo de soluciones más sostenibles.

¿Qué son exactamente los bioplásticos? El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) los define como plásticos derivados de fuentes renovables como plantas, subproductos agrícolas o microorganismos, ofreciendo una alternativa más ecológica que los plásticos tradicionales derivados de combustibles fósiles.

Entre sus ventajas, destacan la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y su capacidad para ser biodegradables o compostables.

El primer bioplástico, el polihidroxibutirato (PHB), fue descubierto en 1926, pero su potencial no se exploró hasta la crisis del petróleo de la década de 1970.

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Desde entonces, la investigación ha avanzado dando lugar a diversas alternativas, como el bioplástico elaborado a partir de cianobacterias (espirulina) por investigadores de la Universidad de Washington, con propiedades mecánicas similares a las del plástico convencional y la capacidad de degradarse como una cáscara de plátano.

Hoy en día, los polihidroxialcanoatos (PHA) y el ácido poliláctico (PLA) son dos de los bioplásticos más comunes. El PLA, utilizado ampliamente, solo es compostable a escala industrial.

Además, se investigan alternativas como la producción de bioplásticos a partir de semillas de aguacate, impulsada por un ingeniero químico mexicano.

El mercado mundial de bioplásticos, valorado en 7 mil 490 millones de dólares en 2023, proyecta un crecimiento exponencial hasta alcanzar los 56 mil 990 millones de dólares en 2032, según Fortune Business Insights.

Sin embargo, aún representan una fracción insignificante de la producción total de plásticos y su costo es considerablemente mayor, entre tres y cuatro veces más que el plástico tradicional.

A medida que los métodos de producción mejoren y los precios se vuelvan más competitivos, la aplicación de los bioplásticos se extenderá a sectores como la medicina, la automoción, el embalaje y la agricultura, ofreciendo una alternativa real para reducir la dependencia del plástico fósil y mitigar su impacto ambiental.

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