Nayib Bukele busca este domingo otros cinco años como presidente de El Salvador, a pesar de que es una prohibición constitucional.
Las elecciones del 4 de febrero podrían constituir un nuevo periodo para Bukele, quien en 2019 ganó los comicios con el 53 % de los votos.
Bukele, aliado del partido de extrema derecha Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), ha impulsado su gobierno con el encarcelamiento de criminales.
El mandatario ha sido un crítico de los partidos de oposición, a los que acusa de ser lo “mismo de siempre” y de corruptos.
Al tomar posesión del gobierno salvadoreño en 2019, dijo que cerraba la posguerra e iniciaba un nuevo mandato, plagado de golpeteos con el Congreso, integrado en su mayoría por opositores.
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De hecho, en 2020 entró al Congreso escoltado por policías y soldados para presionar “por un préstamo”, situación que tuvo eco hasta los comicios de marzo de 2021, cuando la popularidad de Bukele impulsó su influencia en el Legislativo.
La situación le abrió el camino, además, a la reelección; incluso, destituyó a magistrados de la Sala de lo Constitucional y nombró a abogados vinculados con altos funcionarios suyos.
Dichos jueces consiguieron cambiar la interpretación de la Constitución para que Bukele pudiera reelegirse en lo inmediato.
En una entrevista en marzo de 2021, Bukele dijo que la reelección inmediata en El Salvador no era permitida.
Los encarcelamientos de Bukele han estado en la mira de organizaciones internacionales, ya que han documentado casos de unas 190 personas bajo custodia policial que murieron por tortura, incluso menores de edad.
La popularidad del presidente es del 90 % y no tiene adversarios de peso, por lo que su triunfo en el Ejecutivo es inminente, pero también en el Congreso, que ya controla a placer.