El cambio climático, definido como la alteración a largo plazo de las temperaturas y patrones climáticos, tiene causas tanto naturales como humanas; sin embargo, son estas últimas las que han incrementado considerablemente la velocidad y la intensidad de los cambios climáticos en los últimos años.
Uno de los efectos más evidentes de esa transformación es el aumento de temperaturas, un fenómeno que no solo eleva las condiciones de calor, sino que también lleva a un incremento de enfermedades relacionadas y a la exacerbación de incendios forestales, que ahora ocurren con mayor frecuencia y magnitud.
Además, el calentamiento de los océanos está provocando desequilibrios en los ecosistemas marinos y costeros.
Además, con cada grado adicional en la temperatura global, el aire puede retener 7 % más de humedad, lo que resulta en inundaciones repentinas y huracanes que son más destructivos que nunca.
Por si fuera poco, el calentamiento global agrava la escasez de agua y el riesgo de sequías, afectando a los cultivos, amenazando la seguridad alimentaria, y pone en jaque la resiliencia de los ecosistemas, los cuales se tornan cada vez más vulnerables.
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Otro efecto alarmante es el aumento del nivel del mar; a medida que los océanos absorben calor y los glaciares se derriten, las comunidades costeras están siendo amenazadas por la posibilidad de inundaciones permanentes y desastres ecológicos.
La biodiversidad también está en peligro con especies terrestres y acuáticas que enfrentan la extinción debido a los incendios forestales, el clima extremo y la invasión de plagas que facilitan la propagación de enfermedades.
Asimismo, la crisis alimentaria es inminente, con la suma de los efectos climáticos que podrían disparar los niveles de desnutrición en el mundo, afectando especialmente a las poblaciones más vulnerables y a aquellos que dependen de la agricultura para subsistir.
Finalmente, el impacto del cambio climático se extiende a la salud humana. La contaminación, los fenómenos meteorológicos extremos y el desplazamiento forzado contribuyen a una crisis de salud pública que, según datos oficiales, causa la muerte de aproximadamente 13 millones de personas cada año.
La ONU ha hecho un llamado urgente: para evitar consecuencias climáticas catastróficas, es imperativo que el mundo reduzca en más de dos tercios la extracción de combustibles fósiles confirmados antes de 2050.