La protesta nacional convocada por la Generación Z terminó en uno de los momentos más tensos de la jornada en el corazón político del país. Minutos después del mediodía, miles de manifestantes llegaron al Zócalo capitalino y comenzaron a empujar las vallas metálicas colocadas alrededor de Palacio Nacional, lo que derivó en choques, humo para dispersión y un ambiente de incertidumbre que se extendió por toda la plancha.

El cerco, reforzado desde la madrugada, no fue suficiente para contener la presión de los contingentes, que avanzaron desde avenida 5 de Mayo y Madero con carteles, sombreros de paja y consignas que buscaban visibilizar demandas de justicia, seguridad y rendición de cuentas. La ola humana se compactó frente a Palacio Nacional, donde elementos de seguridad respondieron con humo para frenar a grupos que intentaban escalar o derribar las barricadas.

La escena se volvió caótica en minutos: gritos, empujones, personas buscando aire entre nubes de gas disuasivo y corredores improvisados para ayudar a quienes mostraban signos de afectación. Aunque la mayoría del contingente mantenía un carácter pacífico, los momentos de tensión marcaron un punto de quiebre entre la protesta y el dispositivo de seguridad.

A lo largo del día, la Ciudad de México registró afectaciones viales severas, especialmente en el Centro Histórico, Paseo de la Reforma y calles aledañas. La Secretaría de Seguridad estimó la presencia de miles de jóvenes provenientes de distintas zonas de la capital y de estados cercanos, lo que saturó el transporte público y complicó la movilidad en varios puntos de la ciudad.

La marcha se desarrolla simultáneamente en más de 50 ciudades del país, pero fue en la capital donde se concentró el mayor despliegue policial y el mayor nivel de tensión. Para muchos asistentes, el cerco de Palacio representa un símbolo del distanciamiento entre el poder y la ciudadanía; para las autoridades, un mecanismo para evitar daños y riesgos mayores.

Hasta el momento no se ha reportado un número oficial de personas lesionadas, aunque servicios de emergencia atendieron a varios manifestantes afectados por el humo y los empujones.

La jornada continúa bajo un ambiente de alerta, en una protesta que, más allá de sus consignas, ya dejó imágenes que marcarán el pulso político del día: un Zócalo desbordado, humo cubriendo la plancha y una generación reclamando su lugar frente al poder.