El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y su esposa, Rosario Murillo, encabezaron un acto artístico y político en Managua para conmemorar el 45 aniversario de la revolución sandinista, un evento que reunió a miles de nicaragüenses y delegaciones internacionales, a pesar del ambiente de críticas que persigue al gobierno por su manejo de la oposición política.

La ceremonia se llevó a cabo en la Plaza de la Fe, bajo una llovizna intermitente, donde miles de asistentes, vestidos de blanco, participaron en una celebración que incluyó música y bailes típicos del país.

Los participantes ondeaban banderas nicaragüenses de colores blanco y azul, así como las emblemáticas rojas y negras del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), el movimiento que derrocó al dictador Anastasio Somoza el 19 de julio de 1979.

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Durante el acto, Rosario Murillo pronunció un discurso en el que afirmó: “Somos libres y jamás volveremos a ser esclavos. No nos vendemos ni nos rendimos jamás”.

La celebración también contó con la presencia de delegaciones oficiales de al menos 18 países, entre ellos enviados de Cuba, Rusia y Venezuela, así como cartas de saludo de Irán y Corea del Norte.

Sin embargo, el evento se desarrolló en un contexto marcado por la represión gubernamental y las críticas de actores internacionales como Estados Unidos y la Unión Europea.

Desde las violentas protestas de 2018, que resultaron en más de 300 muertes según la ONU, el gobierno de Ortega ha enfrentado acusaciones de violaciones a los derechos humanos, incluyendo el encarcelamiento y persecución de opositores, periodistas y activistas.