Cenar juntos: el antídoto cotidiano contra la soledad moderna
evangelio | 20 julio, 2025

Compartir la mesa es más que una tradición cultural: es un poderoso indicador de bienestar. De acuerdo con el Informe Mundial sobre la Felicidad 2025, los países donde se comparten más comidas, como Paraguay, Malasia o Senegal, registran mayores niveles de apoyo social y menor soledad.

En contraste, en naciones como Estados Unidos o Reino Unido, donde crece el hábito de comer en solitario, la práctica se ha vuelto casi un lujo.

Estudios recientes revelan que las comidas compartidas estimulan el sistema de endorfinas, fortaleciendo los vínculos emocionales y disminuyendo el estrés, la ansiedad y la depresión, sobre todo en jóvenes y adultos mayores.

Te puede interesar: La Generación Z: Entre la conexión y la soledad

Este beneficio, documentado en publicaciones científicas como “Frontiers in Public Health” y “Clinical Nutrition”, ha impulsado estrategias sociales para fomentar la comensalidad, desde cocinas comunitarias hasta cenas entre desconocidos.

El cambio no es reciente: desde el siglo XIX, la mesa familiar fue símbolo de unión en países industrializados, pero la urbanización, la televisión y las redes sociales fragmentaron ese ritual.

Hoy, solo uno de cada cuatro estadounidenses come acompañado, un dato alarmante que apunta a un problema de salud pública más que a una simple elección de estilo de vida.

Expertos coinciden en que la recuperación de este acto puede sanar vínculos rotos por la modernidad.

Desde las mesas mediterráneas hasta los clubes de cena contemporáneos, comer juntos sigue siendo una de las formas más humanas, y efectivas, de recordar que pertenecemos a algo más grande que nosotros mismos.

Comparte