“Chente”, el Forrest Gump moreliano
evangelio | 27 marzo, 2025

Cuando “Chente” advirtió que llegaría corriendo a la entrevista no lo decía en un sentido metafórico. Para poder estar a la hora pactada, hizo un recorrido a trote de poco más de 12 kilómetros, partiendo de Ciudad Industrial, lugar donde se ubica su centro de trabajo.

Todavía no terminaba de ingresar a la Unidad Deportiva Morelos-Indeco, cuando un hombre lo detuvo para saludarlo. Minutos más tarde, a la distancia, una mujer que corría sobre la trotapista le gritó para pedirle que le apartara un lugar en el próximo viaje. En este sitio, “Chente” goza de una mayor popularidad que el propio director del Instituto Municipal de Cultura Física y Deporte (Imcufide).

La rutina del deportista casi siempre se establece de la siguiente manera: correr entre 12 y 16 kilómetros por las calles de Morelia, lo que sólo resulta una forma de preámbulo a lo que será su entrenamiento de natación, donde a fuerza de brazadas y pataleo, suma otros mil 250 metros diarios. Al llegar a casa, cerrará la jornada con una rutina de fuerza para no olvidarse de la musculatura en brazos y abdomen.

Sin embargo, la cosa realmente se vuelve seria los fines de semana. Ya sea en atletismo de ruta o montaña, pero es raro el sábado o domingo en que “Chente” no tiene alguna competencia.

Tan sólo el año pasado, corrió nueve maratones, lo que equivale a 379 kilómetros con 755 metros. En tanto que, a lo largo de su vida, contabiliza unos treinta maratones. Pero si hablamos de medios maratones, o distancias de diez y cinco kilómetros, simplemente ha perdido la cuenta.

—¿Te han dicho que estás loco? — le pregunto para sugerirle que su actividad física se sale del rango común.

—No sólo uno me lo ha dicho, han sido más de cinco, de diez… me dicen que tengo problemas emocionales, y pues sí, por eso corro.

Así empezó todo

Vicente Santillán Salgado tiene 42 años. Es de complexión delgada, cabello castaño oscuro y lacio, ojos almendrados color café, ceja arqueada y poco poblada, y labios delgados. Viste con una playera dry fit que lleva impresa la leyenda “Puñetas Runners”, que es el nombre del equipo de corredores que fundó con otros amigos.

En eso del atletismo, “Chente” inició relativamente tarde, a los 32 años y casi de manera circunstancial, cuando la empresa en la que trabajaba decidió patrocinar una de las tantas carreras que se realizan en la ciudad.

“Regalaron diez inscripciones gratuitas, pero yo no tomé ninguna; sin embargo, un día antes de la carrera un amigo me habló para decirme que no iba a poder ir, que tomara su lugar. Yo sin saber nada, le pregunté qué era lo que tenía que hacer, y me dijo que sólo madrugar, ponerme unos tenis, un short y no estar crudo”, recuerda.

Aquellos 5 kilómetros serían meramente anecdóticos de no ser porque ese día hizo amigos que poco a poco lo fueron introduciendo más a ese mundo que, hasta unas horas antes, era del todo desconocido para él.

Dentro del proceso, vinieron las mejoras de ritmo, los entrenamientos, la motivación, el incrementar las distancias, el atiborrar el departamento de medallas y la consolidación de aquello que llamamos hábito. El corredor no tiene problemas en asumir que lo suyo es un vicio, esa atípica necesidad de mantenerse activo físicamente.

Te puede interesar: Ever Palma logra marca para asistir a Mundial de Atletismo

—¿Cuál es la clave para que el cuerpo resista tanto desgaste?

—Mi cuerpo cada vez me está pidiendo más comida, más proteína. Todas las mañanas me hago mi malteada de proteína en polvo, eso me está dando fuerza; en las tardes repito plato y en las noches llego a cenar. Es lo que me está manteniendo para poder entrenar de lunes a viernes con distancias que van de los 12 a 16 kilómetros.

Los viajes que organiza “Chente” para competir por todo el país también han cobrado popularidad entre corredores. De antemano, se sabe que, al llegar al autobús, él estará listo para recibirte con pan y café. Pero más allá de eso, está la garantía de que el costo, incluyendo traslado y hospedaje, será accesible sin importar que el destino se encuentre al otro lado del país.

“La idea de empezar a organizar viajes surgió en plena pandemia, cuando el maratón de Aguascalientes fue el único que no se canceló. Otros amigos me motivaron a rentar una van y logramos llenar 14 lugares. A partir de ahí, comenzamos a aprender a costear hoteles y a saber viajar cómodamente”, explica.

Al igual que con las carreras, ya perdió la cuenta del número de viajes que ha organizado. Lo que es un hecho, es que la disputa por alcanzar un lugar en el autobús cada vez se vuelve más férrea, al grado de que en ocasiones se ha visto en la necesidad de alquilar dos camiones para no dejar a nadie fuera, como sucedió recientemente en el Medio Maratón de Guadalajara.

—¿Con el ajetreo de tantas competencias te llegas a cansar?

—Sí me ha pasado que en ocasiones digo que ya no voy a organizar nada, pero los mismos amigos me buscan y me motivan a hacerlo. Respecto a los entrenamientos, pues ya se me volvió vicio. Salgo de trabajar a las cinco de la tarde, y como estoy sentado ocho horas, veo que están mis tenis listos y simplemente me voy corriendo para llegar directamente a natación.

Lo que viene para el futuro

Cualquiera pensaría que lo de Vicente es estar sometido a una estricta dieta que no permite la ingesta de comidas con altas dosis de calorías o bebidas alcohólicas. Nada más alejado de la realidad que esa idea. La cosa la centra en el equilibrio. Un día antes de las competencias, suele degustar de unas cervezas Corona y probar los platillos típicos de la región en donde se encuentre.

Hasta ahora, la fórmula le ha funcionado. Recientemente consiguió el sueño de muchos corredores que emprenden la aventura de convertirse en maratonistas: culminar los 42 kilómetros por debajo de las tres horas.

“Sin proponérmelo, sin hacer mucho, más que entrenar lo que corresponde, lo logré y ahora lo recuerdo con mucho cariño”, comparte.

Vicente Santillán se ha hecho la promesa de seguir corriendo hasta que sus rodillas se lo permitan. Después de diez años cruzando arcos de meta, sigue enlistando nuevos objetivos y retos.

Para este 2025 tiene una revancha personal de ir por ese Ultra Maratón de 160 kilómetros en Villa del Carbón que dejó pendiente el año pasado. Luego pensará en el Maratón de Boston, al cual accedió gracias a sus tiempos plenamente acreditados.

—¿Qué es lo que más te gusta del atletismo?

—Definitivamente el compañerismo, no digo que es algo que pase entre todos, pero me gusta la unión que se tiene entre corredores. Es una especie de religión donde todos te abrazan, te saludan y te tratan como uno de ellos.

“Chente” insiste en la locura. La acepta y la presume. No le afecta que el entorno lo observe con extrañeza por aferrarse a ese proceso que incluye levantarse un domingo a las cuatro de la mañana, abandonar todas las comodidades para colocarse un par de zapatillas, correr en cualquier parte de México y después regresar a casa cansado y sin dinero en los bolsillos.

Lo que para muchos se trata de una decisión indiscutiblemente irracional, para él simplemente consiste en tener una cita con su mejor psicólogo: el atletismo.

Comparte