La Península de Baja California se desplaza lentamente hacia el noroeste debido al movimiento de la Placa del Pacífico, que se separa de la Placa de Norteamérica.
El proceso, de cuatro a cinco centímetros por año, podría transformar a la región en una isla dentro de millones de años.
De acuerdo con especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la causa principal es la actividad en la Falla de San Andrés y en el sistema de fallas del Golfo de California, donde las placas tectónicas se deslizan una junto a otra.
Este mismo fenómeno dio origen al golfo hace seis millones de años y sigue provocando una importante actividad sísmica en la zona.
Aunque la separación avanza de forma imperceptible en la vida cotidiana, los modelos geológicos sugieren que, con el tiempo, la península podría desplazarse hasta la altura de Alaska.
Desde el año 1500, se estima que Baja California se ha movido alrededor de 24 metros, evidenciando la constante transformación de la geografía terrestre.
El principal riesgo inmediato de este fenómeno es la sismicidad asociada a las fallas tectónicas. A largo plazo, la separación modificará la línea costera de México y dará lugar a un ecosistema insular.
La comunidad científica, encabezada por el Instituto de Geología de la UNAM, mantiene un monitoreo permanente para comprender mejor la evolución geológica y prevenir riesgos asociados.