Cleopatra y Marco Antonio, una historia de traición y poder
evangelio | 18 agosto, 2024

En el 42 a. C., Marco Antonio, Octavio y Lépido formaron un triunvirato para gobernar Roma; mientras Antonio estaba a cargo de las provincias orientales, se sumergió en la cultura helenística y se sintió atraído por Cleopatra, la reina de Egipto.

Aunque Antonio debía enfocarse en reestructurar el ejército y vengar una derrota ante el Imperio Parto, su interés por la cultura y su deseo de seguir los planes de Julio César lo distraían.

Durante sus viajes, Antonio fue aclamado como “Dioniso, el dador de alegría” y recibió honores en Éfeso. Su agenda política lo llevó a invitar a Cleopatra a Tarso, buscando alianzas que beneficiaran a Roma y a Egipto, lo que también consolidaría su posición y poder en la región.

Cleopatra, alargando su visita para crear expectación en Marco Antonio, planeó un encuentro impresionante. Se acercó a Tarso en un lujoso barco adornado, vestida como la diosa Afrodita, rodeada de músicos, jóvenes portando abanicos y sirvientes dispersando perfumes.

Antonio, impactado por la ostentosa llegada de la reina, se unió a la multitud ansiosa por verla, después, la invitó a un banquete, pero Cleopatra ya había preparado uno para él, decorado con oro y piedras preciosas. Le ofreció costosos divanes como regalo, dejando a Antonio asombrado y consciente de que no podía igualar su esplendor.

Según Plutarco, Cleopatra creía que conquistar a Marco Antonio sería más sencillo que seducir a Julio César, gracias a su mayor experiencia a los 28 años.

Tenía confianza en que podría ganarse a Antonio con ostentación y generosidad, resaltando los recursos de Egipto y su propio encanto; aunque su belleza no era evidente a primera vista, su carisma y dulzura de voz la hacían destacar, y Antonio, enamorado de ella desde un encuentro anterior, también había caído bajo su hechizo.

Durante el invierno del 41 al 40 a. C., Cleopatra y Antonio disfrutaron de la vida en Alejandría, celebrando su amor con actividades como jugar a los dados, cazar y organizar banquetes extravagantes, donde derrochaban comida y recursos.

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Plutarco describió la sorprendente cantidad de manjares que se preparaban, a pesar de que solo esperaban a unos pocos comensales. Antonio vivía una vida dual, mezclando la seriedad romana con la diversión griega, adaptando su comportamiento según su compañía.

En cuanto a su final, Marco Antonio y Cleopatra disfrutaron de una relación hedonista hasta que problemas políticos surgieron en Roma debido a la esposa de Antonio, Fulvia, que estaba en conflicto con Octavio.

Antonio, implicado en la conspiración, tuvo que regresar a Italia para defenderse. Fulvia murió ese mismo año, lo que permitió a Antonio casarse con Octavia, hermana de Octavio, una mujer considerada virtuosa y distinta a la lujosa Cleopatra.

Antonio regresó al este en el 37 a. C. y reanudó su romance con Cleopatra, viéndola como amante y aliada política. En Roma, Octavio despreció sus acciones, lo que llevó a tensiones y finalmente a una guerra presentada como una lucha contra Cleopatra.

Los ejércitos de Octavio y Antonio se enfrentaron en Grecia, donde Octavio cortó las líneas de suministro de Antonio. Este, siguiendo el consejo de Cleopatra, decidió luchar en el mar.

En la batalla de Actium en el 31 a. C., aunque la batalla fue reñida, la huida de las galeras de Cleopatra llevó a la rendición de Antonio. Tras su derrota, ambos amantes se suicidaron.

La muerte de Antonio permitió a Octavio convertirse en el único emperador de Roma, asumiendo el título de Augusto en el 27 a. C.

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