Un colectivo de buscadoras encabezado por Cecilia Patricia Flores descubrió un crematorio clandestino en los límites de Tláhuac e Iztapalapa, y relatan que al arribar al lugar aún se podía ver vapor caliente saliendo de la tierra. Probablemente debido al calor residual, ya que el horno estuvo en funcionamiento la noche anterior.

Los zapatos de los buscadores que la acompañaban se fundieron al descender a la fosa, donde encontraron restos óseos de niños, mujeres y perros.

La activista relató que, además de ese descubrimiento, hallaron cuadernos, prendas de vestir y calzado que al parecer pertenecían a menores de edad.

También encontraron credenciales de elector e identificaciones de muchas mujeres “que pronto se reunirán con sus familias”, según dijo.

Entre las llamadas anónimas recibidas por los buscadores que la acompañaban, una en particular les proporcionó las coordenadas exactas de ese lugar, situado en un cerro al sur de la Ciudad de México, y les advirtió que funciona como un crematorio clandestino desde hace cuatro años.

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La buscadora estima que en el lugar había restos de cientos de personas que fueron desaparecidas luego de ser víctimas de crímenes.

Sin embargo, denunció que pese a que pidieron apoyo por parte de la Guardia Nacional, “las dejaron plantadas” sin ningún tipo de seguridad, por lo que al realizar las indagaciones en el lugar, fueron amedrentadas por personas que se les acercaron.

“Estábamos revisando lo que podíamos en el lugar y empezamos a notar que pasaba gente, pensamos que estaban paseando a sus perritos, porque traían perros, pero nos dimos cuenta de que nos empezaron a tomar fotos y a seguir. Nos sentimos amedrentados y tuvimos que bajar para avisar lo que habíamos encontrado”, lamentó.

“No buscamos justicia, solo buscamos que familias puedan reencontrarse, que las madres puedan arropar otra vez a sus desaparecidos. No queremos castigar a nadie, ni culpar a nadie, solo llorarle a nuestros hijos”, terminó.