En el extremo sur de la ciudad, donde el asfalto se agrieta y los servicios públicos llegan a cuentagotas, los vecinos de Colinas del Sur libran una batalla silenciosa contra el abandono. En la esquina de las calles Marruecos y Nigeria, a un costado de la Escuela Primaria Lázaro Cárdenas, un pequeño parque sirve de testigo a más de 15 años de indiferencia institucional.
Bancas carcomidas por el tiempo, juegos oxidados y columpios sostenidos con cables improvisados componen el panorama de un espacio que, a pesar de su deterioro, sigue siendo punto de encuentro para la comunidad. Son principalmente adultos mayores quienes, con escobas, pintura y voluntad, se han empeñado en rescatarlo del olvido.

“Hacemos lo que podemos, pero ya no tenemos la fuerza ni los recursos para seguir solos”, relatan algunos de ellos mientras barren entre la maleza. Con gestos sencillos —limpiar, arreglar, sembrar— intentan mantener el parque vivo para que niñas y niños del barrio, y de la primaria vecina, tengan un lugar donde jugar.
Colinas del Sur es ejemplo de una Morelia que no sale en las postales turísticas: la de los márgenes, la que exige lo mínimo, la que no cuenta con luminarias, seguridad ni espacios públicos dignos. Vecinas y vecinos hacen un llamado urgente al Ayuntamiento capitalino para que atienda el parque y lo convierta en un lugar seguro, funcional y verdaderamente público.
Mientras tanto, esta orilla sur sigue esperando.
