El sol no caló más de la cuenta en Barranquilla. Durante la semana, el encuentro de Colombia contra Uruguay de las eliminatorias de Conmebol despertó una polémica y pregunta adicional: ¿cuál de las dos selecciones se vería más mermada por la brillante idea de jugar a las 14:30 horas en el Departamento colombiano?
En el banquillo charrúa, Marcelo Bielsa sudaba sin tregua, pero eso es normal cuando se habla del “Loco”, un entrenador que suele ser indiferente al clima y todo el tiempo camina como león enjaulado en su área técnica.
Del otro lado, Néstor Lorenzo apareció con saco, camisa y un rostro enrojecido como consecuencia; pero al igual que su colega, en ningún momento se relajó y se negó rotundamente a tomar asiento durante los 95 minutos.
Ante un estadio Roberto Meléndez que registró un lleno absoluto, los 22 futbolistas recordaron que cuando se trata de pelear por un boleto a una Copa del Mundo, no hay pero que valga y menos en tierras tan complejas como las sudamericanas.
El trámite del encuentro
Intensidad de principio a fin. Uruguay se hizo del balón en los primeros minutos y estuvo a nada de abrir el marcador, pero el arquero Camilo Vargas comenzó a ser figura desde muy temprano.
De a poco, el local mostró destellos de reacción y al 35′ James Rodríguez controló el balón dentro del área con su pierna derecha y con una técnica exquisita, le metió los tres dedos a la redonda para ponerla lo más lejos posible del guardameta Santiago Mele.
Uno a cero que también servía para que el exjugador del Real Madrid aniquilara las opiniones que cuestionaban que a sus 32 años todavía tuviera presencia en la selección y encima lo hiciera como capitán.
Y habría más de James: circulación de balón por aquí y por allá, pelotas filtradas, lectura de juego, pausas oportunas y un peligro latente sobre sus pies. El 10 está de vuelta y con hambre de jugar otro Mundial.
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Uruguay no era inferior. Cuando los charrúas elevaban el volumen de ataque, la defensa colombiana se metía en aprietos y mostraba serias deficiencias en las coberturas, en las que generalmente el rival le ganaba la espalda.
Apenas transcurría el primer minuto del tiempo complementario, cuando Colombia se equivocó en la marcación en un tiro de esquina. El defensa Mathías Olivera no desperdiciaría y con un cabezazo contundente ponía el 1-1 en la pizarra.
Desconcentración es igual a gol
Pero si Colombia defendía mal, Uruguay hacía lo propio. Cada vez que James comandada el ataque, la imprecisión se apoderaba de los defensores. Al minuto 52, tras un centro por banda derecha, Mateus Uribe recibió el balón y de primera disparó para el 2-1.
A partir de ese momento, Uruguay vivió sus peores 15-20 minutos. Parecía que el efecto “Barranquilla” comenzaba a hacer efecto, pero Colombia cometió el error de no ser contundente al estrellar dos pelotas al poste.
El partido se moría y todo indicaba que los cafetaleros llegarían a siete puntos, pero al 90′ otra vez la defensa quedaría a deber, dejando solo a Maximiliano Araújo, quien encaró a un Camilo Vargas, que no encontró otro remedio que ir a estrellar su humanidad para que el árbitro decretara penal y expulsión.
Darwin Núñez tomó el balón, lo acomodó sobre el manchón penal y con personalidad ejecutó el famoso “pase a la red” para el 2-2 final. En el banco charrúa, Marcelo Bielsa gritó sin reservas el gol que sabe a ansiolítico previo al compromiso frente a Brasil de la próxima semana. Las eliminatorias están más calurosas que nunca.