Estudios recientes revelan que los atracones de grasas parecen influir en nuestra vulnerabilidad a la hora de desarrollar una adición.
Y es que resulta que la mitad de personas que desarrollan una adición también tienen algún trastorno de la conducta alimentaria.
Esto no es extraño ya que el consumo de alcohol y el consumo de azúcar, comparten las mismas vías en el cerebro.
Esto es cosa del sistema de recompensa cuando se produce la liberación de dopamina en el sistema límbico.
Hasta hace poco tiempo se había estudiado la prevalencia del consumo de drogas en el caso de las personas que sufrían trastornos de alimentación, pero no había mucha información sobre la relación de los atracones y el riesgo de beber de forma problemática.
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Sin embargo, hoy, hay algunos artículos que respaldan que el tipo de alimento y la forma en que se consume juegan un papel crítico en el desarrollo de los trastornos por consumo de alcohol.
Un estudio elaborado con animales, reveló que ratas que habían ingerido grasas mostraban una clara preferencia por el alcohol frente al agua, cosa que no pasaba con las que habían ingerido hidratos de carbono.
Las autoras del estudio dedujeron que la relación entre el trastorno por atracón y los trastornos por consumo de sustancias es bidireccional. Es decir, los atracones pueden convertirse en una puerta de entrada a la drogadicción y la adicción a las drogas.
Sin embargo, los resultados no solo se han obtenido con modelos animales, un estudio con 428 estudiantes universitarios mostró una relación causal entre dieta rica en grasas y las conductas de atracón con un mayor consumo de alcohol.