Un ataque cardíaco, también conocido como infarto al miocardio, es una afección médica que ocurre cuando el flujo sanguíneo hacia el corazón se reduce o se bloquea por completo, lo que provoca daño al tejido cardíaco.
La principal causa de este estrechamiento o bloqueo de los vasos sanguíneos es la acumulación de placa de colesterol y grasas.
Sin embargo, antes de que un ataque cardíaco ocurra, el cuerpo puede dar señales de advertencia, como: presión en el pecho intermitente, dificultad para respirar con la actividad física, fatiga inusual, sudor frío, sensación de mareo, náuseas, dolor en la mandíbula, el brazo, el cuello o la espalda, dificultad para respirar y vómito.
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Estas señales a menudo aumentan en intensidad con el tiempo.
La Organización Mundial de la Salud estima que hasta el 80 % de los ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares prematuros se pueden prevenir.
Es importante controlar la presión arterial, el colesterol y el azúcar en la sangre bajo la supervisión de un médico de atención primaria; además, recomienda llevar un estilo de vida saludable, que incluye una dieta adecuada para el corazón, ejercicio regular, dejar de fumar y evitar el consumo excesivo de alcohol.