Autoridades comunales y habitantes de Cherán denunciaron una creciente crisis ambiental en la Meseta Purépecha, provocada por la expansión de plagas forestales como el gusano barrenador, así como por la persistente inacción institucional frente al deterioro de los bosques indígenas.
En rueda de prensa, comuneros señalaron que decenas de hectáreas de bosque comunal se encuentran severamente afectadas, con árboles debilitados o muertos como consecuencia del ataque de insectos que se han propagado con rapidez ante la falta de una estrategia de contención efectiva.
“Estamos viendo cómo nuestros bosques se mueren frente a nuestros ojos, sin que llegue ayuda técnica ni recursos del gobierno estatal o federal”, lamentaron integrantes del Concejo Mayor, al recalcar que los bosques de Cherán no solo son pulmón ambiental, sino también patrimonio espiritual y cultural para el pueblo purépecha.

Los comuneros señalaron que la situación no es nueva, pero que se ha agravado en los últimos dos años, con un repunte en la presencia del gusano descortezador y otras plagas que debilitan la cobertura forestal, facilitando incendios, erosión del suelo y afectación en los mantos acuíferos.
Además, denunciaron que, a pesar de múltiples solicitudes formales, la Comisión Nacional Forestal (Conafor) y dependencias ambientales no han respondido con la urgencia que requiere el problema. Aseguran que los programas de reforestación han sido mínimos y que no existe una política clara de monitoreo y tratamiento fitosanitario en la región.
La comunidad exige la instalación de una mesa técnica de atención inmediata, con la participación de biólogos, ingenieros forestales, autoridades comunales y especialistas indígenas, para diseñar un plan emergente de rescate del bosque, así como mayores apoyos para los sistemas de vigilancia comunitaria.
Cherán, reconocido por su modelo de autogobierno y defensa del territorio, reitera que la crisis ambiental también es una expresión del abandono institucional que enfrentan muchas comunidades indígenas, las cuales han asumido por su cuenta la protección de sus ecosistemas en medio de amenazas del crimen organizado, tala ilegal y ausencia gubernamental.