El desplazamiento de familias en diversas localidades de Tierra Caliente continúa avanzando sin que se establezca una ruta clara de atención.
En poblaciones como El Limón, El Guayabo, Presa del Rosario y otras comunidades vecinas, las viviendas permanecen cada vez más deshabitadas, reflejando el impacto acumulado de la presencia y presión de grupos delictivos en la región.
Los caminos muestran un tránsito irregular, marcado por salidas apresuradas y pertenencias cargadas en vehículos improvisados o camionetas comunitarias.
El fenómeno no es nuevo, pero durante las últimas semanas ha mostrado un incremento que preocupa a pobladores y autoridades auxiliares, quienes confirman que decenas de familias han decidido abandonar sus hogares ante el temor de quedar atrapadas entre disputas armadas o amenazas directas.
La falta de información oficial sobre operativos, medidas de contención o apoyo humanitario mantiene en incertidumbre a quienes permanecen en las zonas afectadas y a quienes se ven obligados a desplazarse hacia municipios cercanos o refugios improvisados.
En varias de estas comunidades, escuelas, tiendas y espacios públicos quedaron cerrados sin aviso previo, evidenciando una actividad social en retroceso. El silencio en calles que solían concentrar actividades agrícolas y de comercio refleja el impacto que la inseguridad está dejando en la dinámica cotidiana.
Mientras algunos habitantes buscan refugio temporal con familiares en otras regiones, otros permanecen a la espera de condiciones que permitan un retorno seguro, aunque todavía no existen señales claras de una intervención coordinada que atienda el vacío de seguridad que originó la salida masiva de pobladores.