Millones de personas en todo el mundo inician su día con una taza de café, un ritual que tiene su origen en las semillas tostadas y molidas de la planta “Coffea sp.”, convirtiendo a este producto en una de las materias primas más valiosas a nivel global.
Los principales productores de café arábica, una de las variedades más apreciadas, se encuentran en América Latina (Brasil y Colombia a la cabeza), África Oriental, Asia y países árabes.
El café robusta, más resistente y cultivado a menor altitud, también goza de gran popularidad.
Se cree que el café fue identificado por primera vez en Etiopía, específicamente en la región de Kaffa.
La leyenda de Kaldi, un pastor árabe, cuenta que alrededor del año 850 d.C., descubrió la planta gracias a las cabras de su rebaño, quienes mostraron un comportamiento enérgico tras consumir las bayas.
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La cafeína presente en la planta, con sus propiedades estimulantes, contribuyó a su rápida expansión.
Los etíopes consumían el fruto de diversas maneras, desde mezclar la pulpa con manteca hasta masticar sus hojas o elaborar un té; los monjes incluso lo utilizaron como un estimulante para sus oraciones nocturnas.
Desde Etiopía, el café se extendió a Arabia, donde surgieron las primeras cafeterías, y luego a Europa entre los siglos XVI y XVII.
En los últimos años, los consumidores han visto un incremento en el precio del café, esa situación se debe, en gran medida, a los eventos climáticos extremos que han afectado a los principales productores, como Brasil y Vietnam, quienes juntos concentran casi el 50 % de la producción mundial en 2024.
Con el aumento de las temperaturas globales, se espera que los fenómenos meteorológicos extremos se intensifiquen, poniendo en riesgo la producción agrícola mundial y la seguridad alimentaria.