Mientras aquel 13 de mayo del 2012 los hinchas del Manchester City entonaban desde las gradas y a todo pulmón Wonderwall de Oasis, el músico de la banda británica, Noel Gallagher, sufría en un solitario bar de la ciudad de Santiago de Chile.
Eran las 10:00. El dueño del bar accedió a abrir las puertas del establecimiento porque simplemente no se le puede decir que “no” a un Gallagher. Pero el motivo era doble: el City buscaba ganar la liga de nueva cuenta después de 44 años.
En un video que circula por internet, se le ve al compositor de pie todo el tiempo, nervioso, angustiado, rodeado de sus músicos y equipo de trabajo. Quizá, en esos minutos, a todos se les olvidó que esa misma noche había que ofrecer un concierto.
Lo empezó ganando el City, pero el Queens Park Rangers la pondría complicada al empatarlo y después ponerse en ventaja. Antes del medio tiempo, los azules emparejarían el marcador.
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Llegó el la segunda parte y las pulsaciones de Noel no daban para más. Aquellos 45 minutos tuvieron que ser los más dramáticos de su vida. Ese sudor y esa mirada sin parpadear se tambaleaban entre la gloria y el infierno.
El odiado rival, Manchester United, estaba haciendo lo suyo y la desgracia parecía encaminada: al City se le iba a escapar el campeonato; pero había tiempo para una más. Sobre la hora y como a los grandes artistas, las musas recayeron sobre los pies de Sergio “Kun” Agüero. El argentino se quitó de encima al defensa quién sabe cómo y remató para desatar la locura.
Noel saltaba como un niño y se abrazaba con el resto. “¡Yeahhhh, yeahhhh!”, gritaba en ese solitario bar que repentinamente se convirtió en una extensión del concierto pambolero inglés que se vivía en Manchester.
Por supuesto que no tengo pruebas, pero me gusta pensar que aquella noche en un escenario de Santiago de Chile, la música tomó un sentido distinto para Noel Gallagher, se volvió en algo incomparable e imposible de explicar.
Me imagino a Noel cantando y recorriendo cada una de sus letras a manera de festejo, dando la vuelta olímpica desde su guitarra. Soy un convencido de que, a partir de ese momento, Wonderwall ya nunca más volvió a ser la misma canción.