Durante los trabajos de prospección y excavación en la zona conocida como Chichén Viejo o Serie Inicial, en Chichen Itzá, un equipo de arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) desenterró una estatua de un atlante, una figura antropomorfa masculina.

La estatua de atlante, que se cree formó parte de un altar ceremonial, se alza a unos noventa centímetros de altura. La figura representa a un personaje masculino con los brazos extendidos en una posición de soporte, sosteniendo un objeto y adornado con elementos que subrayan su importancia ceremonial.

El Director General del INAH, Diego Prieto Hernández, destacó que la estatua brinda evidencia de los lazos culturales que existieron entre Chichén Itzá y las regiones del centro y noroeste de México, entre los años 800 y 1200 d.C.

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La escultura, de acuerdo con su tamaño y estilo, muy probablemente formaba parte de altares en los que sostenía bloques de piedra esculpidos, utilizados en ceremonias y rituales que eran fundamentales para la vida religiosa y política de la civilización maya.

El descubrimiento también da muestra de la historia de Chichén Itzá como centro de poder maya; durante siglos, esta ciudad fue un epicentro político y cultural, persistiendo incluso después del colapso de la civilización clásica maya.

La estatua del atlante revela que, a pesar de las distancias geográficas, existió una base cultural común que unió a las regiones a lo largo de varios siglos.