Descubrimiento en Chichén Itzá desafía creencias sobre los sacrificios mayas
evangelio | 23 junio, 2024

Hace casi 60 años, arqueólogos encontraron una ciudad maya en Chichén Itzá;  en una cisterna subterránea cerca del Cenote Sagrado, donde se realizaban sacrificios humanos, se encontró un alijo de huesos humanos.

Lo que inicialmente se pensaba que eran los restos de mujeres jóvenes, resultó ser una sorpresa tras un nuevo estudio de ADN: los huesos eran de víctimas masculinas, incluyendo varios niños de entre tres y seis años, así como un inusual número de gemelos idénticos.

Dichos descubrimientos desafían las creencias anteriores sobre los sacrificios mayas, ya que tradicionalmente se asociaban con ofrendas de fertilidad realizadas por mujeres.

Los entierros en la cisterna y la cueva señalan más de 100 entierros entre los años 500 d.C. y 1300, la mayoría antes del siglo IX, cuando Chichén Itzá era dominante en la región de las tierras bajas mayas del norte.

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Estudios antropológicos previos revelaron que las víctimas de sacrificios entre los mayas eran principalmente bebés y niños pequeños, pero es la primera vez que se ha analizado su ADN, según explicó Barquera.

En una cueva donde se realizaron entierros, solo se encontraron varones estrechamente emparentados, incluyendo hermanos, primos y parejas de gemelos idénticos, lo cual resultó sorprendente debido a la rareza de los gemelos idénticos.

Los mayas realizaban sacrificios humanos como parte de rituales para buscar el favor de sus dioses en áreas como la fertilidad de las cosechas, la lluvia y la victoria en la guerra.

Aunque no se conoce completamente la extensión de dicha práctica, se ha observado que los sacrificios se llevaban a cabo principalmente en las últimas etapas de la civilización maya, arrojando luz sobre esa antigua y misteriosa cultura.

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