Un nuevo esquema de fraude ha sido descubierto desde dentro de los centros penitenciarios, con reclusos orquestando una operación de suplantación de identidad, mediante la obtención de identificaciones oficiales en el mercado negro.
Las identidades robadas son utilizadas para solicitar micropréstamos y tarjetas de crédito a diversas instituciones financieras digitales.
Las investigaciones han revelado la existencia de denominadas “granjas de suplantación”, donde se han identificado viviendas de no más de 30 metros cuadrados, desde las cuales se gestionan hasta 150 solicitudes de crédito, todas a nombre de diferentes personas.
Uno de los hallazgos de esas operaciones es la tendencia de los defraudadores a utilizar un número limitado de correos electrónicos. La falta de diversidad en las cuentas de correo facilita la detección de fraudes, ya que múltiples solicitudes provenientes del mismo correo levantan sospechas.
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Las instituciones han comenzado a detectar patrones en las direcciones de correo electrónico utilizadas; por ejemplo, es más común que los defraudadores opten por correos que contienen una combinación de números excesiva, tales como “[email protected]”, en vez de un formato más convencional como “[email protected]”.
Otro dato es que el 35.6 % de los fraudes están asociados a un perfil de red social, mientras que el porcentaje se eleva al 83.7 % en usuarios legítimos.
Ante el creciente riesgo del fraude en el ámbito empresarial, las instituciones financieras se ven obligadas a una actualización constante en sus estrategias de prevención.
La lucha contra esas prácticas exige una profunda comprensión de los métodos cada vez más sofisticados que emplean los defraudadores, que se ven potenciados por avances en tecnología e inteligencia artificial.