Durante el transcurso del sexenio, la deuda pública por habitante en México ha experimentado un incremento del 7 % en términos reales, impulsada en parte por los aumentos en la tasa de interés.
Si bien los aumentos de las tasas de interés han generado ganancias históricas para la banca privada, han ejercido presiones adicionales sobre las finanzas públicas. Ese incremento no ha ido de la mano de un crecimiento económico equivalente.
En el mismo periodo, que abarca de diciembre de 2018 a marzo de 2024, el producto interno bruto (PIB) por habitante disminuyó 6.6 % en términos reales.
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Los datos anteriores evidencian una tendencia opuesta entre la actividad económica y la deuda pública, contrastando con el aumento de la población estimado por el Consejo Nacional de Población (Conapo) al inicio del año.
Específicamente, la deuda por habitante ha pasado de 84 mil 159 a 117 mil 178 pesos en lo que va del sexenio; mientras tanto, el PIB per cápita ha descendido de 200 mil 399 a 243 mil 485 pesos, reflejando una disminución del 6.6 % una vez ajustados los datos para comparación.
A pesar de que los datos públicos subrayan la disparidad entre el crecimiento de la deuda, la cual cada vez requiere de un espacio presupuestal mayor, y el desarrollo de una economía con una población creciente, este ámbito fiscal no ha sido central en los debates en el contexto de la próxima elección presidencial.