Día de la Guitarra: Michoacán celebra su voz más universal desde Paracho
evangelio | 18 octubre, 2025

En el corazón de Michoacán, entre montañas cubiertas de pino y calles donde el olor a madera recién cortada anuncia el pulso de un oficio centenario, Paracho celebra hoy el Día de la Guitarra. En ningún otro lugar del país esta fecha tiene un eco tan profundo, porque aquí, la guitarra no es solo un instrumento: es una forma de vida, un linaje y una identidad colectiva que ha resonado durante siglos más allá de las fronteras mexicanas.

El sonido de Paracho comenzó a forjarse hace casi quinientos años, cuando Vasco de Quiroga, primer obispo de Michoacán, impulsó entre las comunidades purépechas la enseñanza de oficios artesanales para el desarrollo local. Cada pueblo adoptó una especialidad: la alfarería, la cestería, la herrería. A Paracho le tocó la música. Desde entonces, la fabricación de guitarras se convirtió en una herencia que ha sobrevivido a guerras, crisis y globalización, transmitida de generación en generación con la misma precisión con que se tensa una cuerda.

Hoy, los talleres familiares de Paracho, algunos con más de un siglo de historia, producen miles de guitarras cada año, desde modelos escolares hasta piezas de concierto que rivalizan con las mejores del mundo. Se estima que más del 90 % de las guitarras mexicanas tienen su origen en este municipio o en talleres derivados de su tradición. La combinación de maderas locales como el pinabete, el cedro y el palo escrito con técnicas heredadas de la lutería europea ha dado lugar a un sonido único, de timbre cálido y resonancia prolongada, que distingue a las guitarras hechas en Michoacán.

El prestigio de Paracho creció en el siglo XX cuando los lauderos locales comenzaron a intercambiar conocimientos con maestros españoles y latinoamericanos, perfeccionando la estructura interna de los instrumentos y elevando su nivel de acabado. En los años ochenta, las guitarras de Paracho empezaron a exportarse a Estados Unidos, Japón y Alemania, marcando el paso de la artesanía a la industria cultural sin perder su raíz manual.

Cada año, durante la celebración del Día de la Guitarra, el pueblo entero se transforma en un escenario abierto. Las plazas se llenan de músicos, los talleres abren sus puertas, los lauderos muestran su obra más reciente y el sonido de las cuerdas inunda las calles empedradas. No se trata solo de una fiesta: es una reafirmación de identidad para una comunidad que ha hecho del trabajo artesanal un símbolo universal de Michoacán.

La Feria Nacional de la Guitarra, que se celebra en torno a estas fechas, convoca a constructores de todo el país y atrae a visitantes internacionales interesados en aprender el arte de la laudería. Es también una vitrina para los nuevos talentos que buscan mantener vivo el legado familiar mientras incorporan innovaciones tecnológicas, nuevos materiales y diseños contemporáneos.

Pero junto con la celebración, Paracho enfrenta desafíos. La competencia de guitarras industriales importadas y el uso indiscriminado de maderas no certificadas amenazan la sostenibilidad del oficio. Muchos lauderos han optado por crear cooperativas, certificarse en manejo forestal responsable y reforzar la formación de jóvenes aprendices para evitar que el conocimiento desaparezca.

Aun así, Paracho mantiene su lugar como la capital mundial de la guitarra. Cada instrumento que sale de sus talleres lleva el pulso de un pueblo que habla con cuerdas, que talla la memoria en madera y que, desde el corazón de Michoacán, hace vibrar al mundo entero. En este Día de la Guitarra, esa voz colectiva vuelve a afinarse: la voz de Paracho, la voz de México.

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