La directora financiera en Gender Health Training Institute, Juliette Greenham, perdió su puesto en la Alta Dirección luego de iniciar su transición de género, pese a contar con un desempeño sobresaliente.
Aunque trabajaba en una organización con políticas de inclusión, tras comunicar su identidad trans, fue despedida bajo el argumento de una reestructuración. Su caso visibiliza los prejuicios que aún persisten en el ámbito empresarial, especialmente en los niveles más altos.
“La imagen del director sigue asociada al hombre cisgénero heterosexual”, explica Mariana Simone, coach de liderazgo, quien también pasó por un proceso similar.
Según datos de la Conasami, cuatro de cada diez mujeres trans han vivido violencia laboral. Además, el Inegi revela que 88 % de las personas LGBTQI+ en México padecen estrés y 64 % ansiedad, derivado de la presión de ocultar su identidad para mantener sus puestos.
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Greenham relata que, aunque inicialmente recibió apoyo institucional, tras la salida de su superior directo las condiciones cambiaron.
“No pedía un trato especial, sólo que no me trataran con prejuicios ni se interrumpiera mi carrera”, dijo.
Al contactar a la matriz en Alemania, la respuesta fue fría y finalmente se vio obligada a dejar su empleo. Esta situación, afirman las especialistas, es reflejo de una falta de seguridad psicológica en muchas empresas.
Para fomentar entornos realmente inclusivos, Simone y Greenham coinciden en que la inclusión debe permear desde la Alta Dirección, con políticas claras, estructuras incluyentes y tolerancia cero a la discriminación.