“Ningún futbol para fascistas” es el lema que se suele decir en el Millerntor-Stadion de Alemania, lugar en el que el St. Pauli juega de local y que ahora, tras 13 años de ausencia, volverá a albergar partidos de primera división gracias al ascenso obtenido por el club.
Definidos como una hinchada comunista, anarquista y antifascista, el equipo que juega en Hamburgo ha alcanzado una alta popularidad internacional gracias a su espíritu combativo que va más allá de las canchas y alcanza los terrenos políticos y sociales.
Un ejemplo de lo anterior, es que la victoria ante el VfL Osnabrück que los regresó a la Bundesliga, fue celebrada en los 280 clubes de fans que tienen distribuidos alrededor del mundo.
Fundado en 1910 por la clase trabajadora alemana, el St. Pauli desde sus inicios mostró una identidad de carácter popular; sin embargo, fue en la década de los 80 cuando sus aficionados radicalizaron su postura y se asumieron como una hinchada antifascista.
Además de las tribunas, los seguidores extendieron su presencia en otros movimientos como el punk y los okupas, lo que terminó por definir la ideología del club y acercar a aquellos hinchas que se sentían identificados con su visión de vida.
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El pensamiento crítico y social del St. Pauli no solamente se limita al sector afición, pues los futbolistas que han militado en el club también han sido involucrados, como fue el caso del arquero Volker Ippig, quien en su momento viajó a la Nicaragua Sandinista para realizar trabajos comunitarios.
La politización del futbol alcanzó su máxima expresión a inicios de los 90, cuando el club incluyó dentro de sus estatutos posturas antirracistas y antihomofóbicas, además de que prohibió tajantemente los cantos xenófobos en su estadio.
En las últimas décadas, el club se ha posicionado como el más comprometido con las causas izquierdistas, lo que ha demostrado en múltiples ocasiones, como en la gira que realizaron en 2005 a Cuba para jugar un partido con el seleccionado de la isla.
Una de sus últimas innovaciones que sorprendió a la industria del futbol se presentó en 2020, año en el que lograron lo que pocos equipos en el mundo: eliminar las marcas publicitarias de su uniforme.
El regreso del St. Pauli a la primera división no solamente representa una victoria deportiva, sino que se trata de un golpe político que busca montar una muralla ante el exponencial crecimiento de los grupos de ultra derecha en Alemania.