El Buen Fin, entre derroche y tentación
evangelio | 17 noviembre, 2024

Rebajas. Aparadores. Compra hoy y paga hasta marzo del 2025. Filas. Murmullos. Tacones que chocan contra el suelo. Ecos de bolsas que vienen y van. ¿Por dónde empezar? ¿Dónde terminar? ¿Cuándo es suficiente?

Apenas uno desciende del puente peatonal que conecta a Las Américas, y un batallón de compradores ya te hace frente. Son humanos, tienen dos manos, pero de repente parece que poseen tentáculos al cargar múltiples bolsas en cada brazo.

Todos sonríen, están más felices que de costumbre. La tarde-noche del sábado no podía ser más perfecta: es quincena, puente laboral y las tiendas departamentales prometen ofertas en sus productos durante todo el fin de semana.

Al ingresar a la zona comercial, un enorme letrero en color rojo te da la bienvenida: “Hasta 50 % de descuento”. A un costado, una pantalla complementa el mensaje anunciando que está disponible el pago a meses sin intereses con diferentes tarjetas bancarias.

Detrás del cálido recibimiento, una botarga de Santa Claus te sonríe en una villa navideña improvisada. Casi enseguida, hace lo propio un reno de Telcel que reparte folletos a cuanto transeúnte se le atraviesa.

Inspirado en el Black Friday de los Estados Unidos, desde hace once años se instaló en México el Buen Fin, evento comercial impulsado por el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y que tiene como objetivo fomentar el comercio a través de ofertas, descuentos y/o rebajas sobre el precio original.

De acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco) a nivel federal, se estima que este año se genere, por concepto de ventas, un monto cercano a los 42 mil 581 millones de pesos, lo que representaría un incremento de 5 mil millones respecto al 2023.

En el caso de Michoacán, la presidenta de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios Turísticos de Morelia (Canaco Servytur), Alondra Villaseñor Fernández, informó que el reto es superar los 151 millones de pesos que se registraron el año pasado.

Pero volvamos a Las Américas, donde los trabajadores lucen estresados. No se dan abasto para recibir a tanto peregrino dispuesto a deshacerse de una billetera que les quema en el bolsillo del pantalón.

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Las tiendas de ropa y aparatos electrónicos son las que registran un mayor sobrecupo. El color rojo, característico del Buen Fin, predomina en todos los espacios. Los danzantes merodean los pasillos sin tener claridad de lo que quieren, o más difícil aún: de lo que necesitan.

También están las ofertas a las que cuesta trabajo encontrarles la promoción. “Compra una playera y llévate otra gratis”, reza un letrero de manera engañosa, pues el precio por la prenda es de 650 pesos.

Lo mismo sucede con celulares de alta gama, pantallas y laptops. Por más que la etiqueta presuma de un considerable descuento, la sensación es la de estar frente a un despilfarro que te puede dejar en la ruina hasta a inicios del próximo año.

Sin embargo, frente a esta industria tecnológica, se sitúan rostros convencidos. Familias enteras discuten cuál será la mejor opción, pues previo a las épocas decembrinas, existe la garantía de que en casa algo se tendrá que estrenar.

El contraste en medio de esta mar de gente, está en el segundo piso de la plaza comercial. Al fondo, una tienda de artículos para el hogar luce desolada. El local se ha convertido involuntariamente en una sala de relajamiento. Entre sus pasillos reina la paz y el silencio; es un respiro ante la muchedumbre.

Y es que en este sitio, los platos, vasos, toallas, cestos de basura, productos de limpieza, almohadas y colchones figuran como objetos aburridos que no merecen llevar consigo el sello distintivo del Buen Fin y por eso pocos les prestan atención.

Hace apenas unos días, la Encuesta Nacional de Salud Financiera (Ensafi) 2023 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), reveló que Michoacán se ubica en la sexta posición a nivel nacional en cuanto a las entidades que padecen mayor estrés financiero.

No obstante, las estadísticas también arrojaron que el 25.4 % de los michoacanos indicó que siempre, o casi siempre, se queda corto de dinero porque gasta de más. Es decir, que el ciudadano promedio prefiere derrochar que ahorrar.

En Las Américas no se piensa en el mañana. Los semblantes de orgullo son notorios cuando se atraviesa la puerta de salida. Hay quienes todavía se permiten un capricho más y se hacen de un helado en Mc Donalds antes de partir. Misión cumplida.

Abordo el transporte público y mi cartera sigue intacta. “Salí bien librado de las tentaciones”, pienso de manera equívoca. Cuando abro las redes sociales en el celular, me doy cuenta que el algoritmo no perdona. Me llueven ofertas de todo tipo y por todos lados. Será un fin de semana largo.

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