Durante un reciente evento público, Akio Toyoda, presidente de Toyota Motor Corporation y nieto del fundador de la empresa, volvió a poner en duda el rumbo hacia la electrificación total del sector automotriz.
En un contexto donde regiones como Europa avanzan hacia la prohibición de vehículos con motores de combustión, Toyoda reiteró su escepticismo respecto a los autos eléctricos (BEV), calificándolos como una solución ineficiente para enfrentar el cambio climático.
El empresario japonés afirmó que nueve millones de coches eléctricos contaminan tanto como 27 millones de híbridos convencionales, y sostuvo que estos últimos representan una estrategia más efectiva y accesible para reducir las emisiones globales.
Según su análisis, los materiales que se destinan a un solo BEV podrían emplearse para fabricar hasta 90 híbridos no enchufables (HEV), los cuales generarían una reducción de CO2 hasta 37 veces mayor a lo largo de su vida útil.
Toyoda cuestionó además el impacto ambiental de la producción de autos eléctricos, cuya fabricación requiere minerales escasos y una alta demanda energética. Señaló que las emisiones asociadas a esta cadena, desde la extracción hasta la recarga, pueden superar las de los híbridos.
También advirtió que la transición acelerada a los BEV podría tener consecuencias económicas y laborales en países como Japón, donde la matriz energética aún depende en gran parte de combustibles fósiles.
Este enfoque contrasta con la dirección de muchos fabricantes, incluidos algunos modelos lanzados por la propia Toyota, que exploran el mercado eléctrico.
Aun así, la postura de Toyoda encuentra eco en expertos que destacan la necesidad de evaluar el ciclo de vida completo de los vehículos y considerar alternativas tecnológicas más equilibradas. La industria sigue dividida entre el impulso político hacia los BEV y las advertencias sobre sus costos ambientales y económicos.