En una escena cargada de simbolismo y resistencia, Homero Gómez Valencia, hijo del ambientalista asesinado en 2020, encabezó este viernes una jornada de reforestación en el ejido El Rosario, al oriente de Morelia. Armado con pico, pala y memoria, caminó sobre la misma tierra que su padre defendió hasta la muerte. En vez de discursos, ofreció árboles. En vez de venganza, sembró esperanza.
“Mientras otros siembran miedo, nosotros sembramos vida”, declaró frente a ejidatarios y voluntarios que se sumaron pese a la lluvia, al tiempo que iniciaba la siembra de miles de oyameles, especie clave para la supervivencia de la mariposa Monarca en su ruta migratoria. La frase no era una consigna: era una forma de vida.
La jornada, organizada por la fundación que lleva el nombre de su padre , “Homero Gómez, El Guardián”, forma parte de un plan de restauración forestal que este año tiene como meta plantar más de 150 000 árboles en zonas afectadas por tala clandestina, incendios y degradación ecológica. La especie elegida es el oyamel (Abies religiosa), nativo de altitudes altas y esencial para el ecosistema de la Monarca.
Homero Gómez González, el padre, fue un reconocido defensor ambiental y administrador del santuario El Rosario, quien desapareció en enero de 2020 tras denunciar a talamontes y grupos criminales que operaban en la zona. Su cuerpo fue hallado sin vida días después en un caso que, hasta hoy, sigue impune.
Desde entonces, su hijo ha retomado la bandera con firmeza. “Hoy sembramos árboles, mañana cosecharemos bosques”, afirmó este viernes mientras se abrían surcos sobre el monte. Bajo su liderazgo, la fundación no solo mantiene viva la memoria del activista caído, sino que se ha consolidado como un motor de conservación en la región.
El Santuario de la Mariposa Monarca, Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, enfrenta múltiples amenazas: tala ilegal persistente, sequías prolongadas, incendios y el uso de pesticidas en áreas agrícolas cercanas. Frente a ello, acciones como la de este viernes representan una defensa activa del patrimonio natural, pero también una respuesta civil ante la violencia y la desmemoria.
En un país donde defender la tierra puede costar la vida, Homero Gómez Valencia no solo planta árboles: planta resistencia.