La inteligencia artificial (IA) está transformando diversas industrias, pero sus implicaciones van más allá de la automatización de empleo, ya que el creciente uso de la IA podría aumentar significativamente el consumo de energía y, en consecuencia, la emisión de contaminantes.
Uno de los secretos mejor guardados de Silicon Valley es el alarmante consumo energético asociado con tecnologías como ChatGPT; formular una sola pregunta a una IA puede requerir hasta 100 veces más electricidad que realizar la misma consulta en un buscador convencional como Google.
El auge energético se ve reflejado en la evolución de la tecnología, como lo demuestra el nuevo chip desarrollado por Nvidia, que consume 300 veces más energía por unidad que su predecesor.
Dicho incremento se debe a la necesidad de una mayor capacidad de respuesta en las aplicaciones que utilizan inteligencia artificial.
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A pesar de los compromisos de las grandes empresas tecnológicas de alcanzar cero emisiones para 2030, el consumo de energía y las emisiones de gases contaminantes han aumentado en más del 50 % en los últimos dos años.
El informe de la Agencia Internacional de Energía (IEA) informa que en 2023 la temperatura global ya se ha elevó 1.2 grados celsius en comparación con los niveles preindustriales.
Además, el sector energético, que está directamente relacionado con el alto índice de contaminación del aire, es responsable de que más del 90 % de la población mundial respire aire contaminado, lo que contribuye a más de 6 millones de muertes prematuras cada año.
Las empresas tecnológicas tienen la oportunidad de mitigar el impacto al adoptar energías limpias, lo que no solo ayudaría a reducir las emisiones, sino que también podría influir en los precios de la electricidad, ofreciendo una solución a uno de los problemas más críticos de nuestra era.