El Museo del Louvre, emblema cultural de Francia y uno de los sitios más visitados del mundo, cerró inesperadamente sus puertas el lunes debido a una huelga del personal.
Empleados de seguridad, taquilleros y asistentes de galería se negaron a ocupar sus puestos en protesta por las condiciones laborales que calificaron de insostenibles ante el flujo incontrolable de turistas, la falta de personal y la infraestructura deteriorada.
La huelga sorprendió a miles de visitantes que aguardaban en filas afuera de la icónica pirámide de vidrio, sin recibir explicaciones formales.
La protesta coincidió con una reunión interna ordinaria y se da en un momento en que el museo enfrenta críticas por su manejo del turismo masivo, especialmente en torno a la Mona Lisa, que concentra hasta 20 mil personas al día en una sola sala.
El cierre ocurre apenas unos meses después de que el presidente Emmanuel Macron anunciara un ambicioso plan de renovación de diez años para el recinto, que contempla nuevas entradas y una sala exclusiva para la Mona Lisa.
Sin embargo, trabajadores denuncian que ese proyecto ignora problemas inmediatos, como filtraciones de agua, temperaturas inestables y servicios insuficientes para los visitantes.
Aunque el museo podría reabrir mañana y permitir el acceso limitado a obras icónicas como la Venus de Milo, el paro ha puesto en evidencia una crisis operativa profunda.
La presidenta del Louvre, Laurence des Cars, advirtió que partes del edificio no son ya impermeables y que la experiencia del visitante se ha convertido en “una prueba física”.
Con casi nueve millones de visitantes anuales y recursos cada vez más reducidos, el Louvre enfrenta uno de los momentos más complejos de su historia reciente.