A cinco años de la declaración de emergencia sanitaria por Covid-19 en México, los efectos de la pandemia en el ámbito laboral, especialmente en la salud mental, siguen siendo evidentes.
Si bien la crisis sanitaria impulsó la flexibilidad laboral y el interés por el bienestar de los empleados, el estrés, la ansiedad y otros trastornos persisten como desafíos importantes.
Antes de la pandemia, México ya registraba altos niveles de estrés laboral, con 75 % de los trabajadores afectados, según datos del IMSS.
La pandemia y el confinamiento exacerbaron esa situación, obligando a las empresas a implementar modelos de trabajo remotos que, en muchos casos, resultaron en una mayor presión y afectación de la salud mental de los empleados.
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La pandemia fue un parteaguas que trajo grandes cambios, tanto positivos como negativos; muchas empresas han implementado programas de bienestar y acompañamiento psicológico a raíz de la emergencia sanitaria.
Sin embargo, el estrés laboral sigue siendo el problema más común, afectando al 70 % de los trabajadores, seguido por la ansiedad, que impacta al 31 %, según el informe Tendencias del Entorno Laboral en México 2024 de Kelly.
Un estudio reciente de OCC reveló que la mitad de los trabajadores experimentó estrés laboral en 2024, y una tercera parte ha considerado renunciar a su empleo debido a este factor.
A pesar del interés en el bienestar, la pandemia también dejó secuelas negativas, como la pérdida de habilidades sociales y el aumento de la violencia laboral, lo que derivó en un incremento de trastornos mentales como depresión, ansiedad y estrés postraumático, y la falta de herramientas y acompañamiento psicológico para los trabajadores.
El reto para las empresas es traducir el interés en medidas concretas que tengan un impacto real en el bienestar mental de los empleados y, al mismo tiempo, contribuyan a la rentabilidad de la organización.