El cuerpo del sacerdote Bertoldo Pantaleón Estrada, reportado como desaparecido desde el sábado 4 de octubre, fue hallado sin vida el pasado lunes en una zona rural del municipio de Eduardo Neri, Guerrero. La noticia, confirmada por la Fiscalía General del Estado (FGE), estremeció a la diócesis de Chilpancingo–Chilapa y volvió a encender las alarmas sobre la violencia que se ensaña contra el clero en México.
De acuerdo con el parte oficial, el hallazgo ocurrió entre Zumpango y el paraje de Milpillas, a un costado de la carretera federal México–Acapulco, donde peritos de la Policía Investigadora Ministerial localizaron el cuerpo con múltiples impactos de bala. La zona fue acordonada mientras se recababan indicios balísticos y testimonios. La fiscalía estatal abrió una carpeta de investigación por homicidio calificado, aunque hasta el momento no se han reportado detenciones ni líneas de investigación confirmadas.
El sacerdote, de 58 años, era párroco de la iglesia de San Cristóbal en la comunidad de Mezcala, donde servía desde hacía más de ocho años. Su desaparición fue denunciada por la diócesis tras perder contacto con él el sábado, cuando se trasladaba desde Cocula, un municipio marcado por la violencia. En la ficha de búsqueda, las autoridades detallaron que vestía una guayabera azul con franjas blancas, pantalón oscuro y huaraches.
La Diócesis de Chilpancingo–Chilapa expresó su pesar y pidió respeto para los familiares y feligreses. “Perdemos a un pastor cercano, un hombre sencillo y comprometido con su comunidad”, difundió en un breve comunicado. La Conferencia del Episcopado Mexicano y la Compañía de Jesús también condenaron el crimen y exigieron justicia, advirtiendo que los ataques contra sacerdotes se han vuelto un signo de la descomposición social en varias regiones del país.
Durante la última década, Guerrero ha permanecido entre los estados más violentos de México, con una estructura criminal atomizada que disputa rutas, territorios y poblaciones rurales. Municipios como Eduardo Neri, Chilapa, Cocula o Zumpango se han convertido en puntos donde la vida cotidiana convive con el miedo. En ese entramado, los sacerdotes, muchos de ellos mediadores en conflictos comunitarios o acompañantes de víctimas, se han vuelto blancos vulnerables por su presencia pública y su influencia moral.
El Centro Católico Multimedial documenta al menos diez asesinatos de sacerdotes entre 2019 y 2024, además de amenazas, extorsiones y desplazamientos forzados. La Iglesia mexicana ha insistido en que estos casos no deben leerse como hechos aislados, sino como reflejo de un deterioro más profundo en las zonas donde la autoridad civil se ha replegado.