El vínculo en el anexo que reconfigura el caso Manzo
evangelio | 22 noviembre, 2025

La investigación por el homicidio del alcalde Carlos Manzo tomó un giro decisivo después de que la Fiscalía confirmara que los dos menores imputados -de 16 y 17 años- se conocieron meses antes del atentado en un anexo para rehabilitación.

Ambos fueron ingresados por sus familias durante el año pasado debido a problemas de adicciones y coincidieron en el mismo centro durante un periodo prolongado.

Ese antecedente, revelado durante la audiencia, permitió reconstruir que no solo compartieron un entorno de vulnerabilidad, sino que mantuvieron contacto después de abandonar el anexo sin completar el tratamiento.

Esa relación previa se ha convertido en una pieza central para entender cómo terminaron integrados en la célula que ejecutó el ataque contra Manzo el 1 de noviembre, en pleno festival de las velas.

Según la Fiscalía, el joven de 17 años, identificado como Víctor Manuel N., habría sido el autor material del asesinato y murió abatido minutos después del ataque.

El menor de 16 años, que permanece detenido, habría participado como parte del grupo de apoyo. La confirmación de que ambos ya tenían un vínculo abre una línea concreta para los investigadores: la posibilidad de que hayan sido reclutados por los mismos intermediarios una vez que salieron del anexo, en un momento en el que se encontraban aislados de sus familias y sin redes de contención.

La autoridad ahora trabaja sobre tres ejes que intentan reconstruir el engranaje detrás del crimen: determinar quién los contactó después de dejar el anexo, establecer qué estructura criminal los integró y bajo qué dinámica operaron, y esclarecer si su incorporación forma parte de un patrón más amplio de reclutamiento de adolescentes con adicciones en Uruapan y municipios cercanos.

En paralelo, la detención de Jorge Armando “N”, alias El Licenciado, señalado como autor intelectual e integrante de una del crimen organizado, permitió delinear parte del operativo criminal.

Sin embargo, el papel que desempeñaron los dos menores, y el origen de su relación dentro del anexo, se ha convertido en el punto que puede revelar cómo se ensambló realmente el grupo ejecutor.

Para la Fiscalía, el anexo dejó de ser un simple detalle biográfico y pasó a ser una pieza estructural: el lugar donde comenzó el vínculo, donde se gestó la vulnerabilidad y donde, posiblemente, inició el proceso de captación que terminó insertando a ambos adolescentes en una operación criminal mayor.

Con ello, el caso Manzo deja de ser un hecho aislado y se integra a un mapa más amplio sobre la violencia juvenil y los mecanismos de reclutamiento criminal en Michoacán.

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