El espíritu de Juan Gabriel volvió a llenar el corazón de la capital. Más de 170 mil personas se reunieron este sábado en el Zócalo de la Ciudad de México para cantar, bailar y emocionarse con la proyección del icónico concierto que El Divo de Juárez ofreció en el Palacio de Bellas Artes en 1990, acompañado por la Orquesta Sinfónica Nacional y el Mariachi “Arriba Juárez”.
Desde antes de las cinco de la tarde, miles de admiradores comenzaron a ocupar la plancha capitalina buscando el mejor lugar frente a las tres pantallas gigantes instaladas por Netflix y la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, responsables de traer de vuelta uno de los momentos más recordados de la música mexicana.
El ambiente fue una auténtica fiesta popular. Entre puestos de comida, cobijas con el rostro del cantante y vendedores que ofrecían tazas, posters y camisetas, el Zócalo se transformó en un homenaje vivo al intérprete de “Querida” y “Hasta que te conocí”. En las calles cercanas, los altavoces de tiendas y fondas replicaban el mismo repertorio que marcó la vida de millones.
Familias, jóvenes y adultos mayores llegaron con el mismo propósito: celebrar el legado de Alberto Aguilera Valadéz, quien falleció en 2016, pero cuyo arte sigue trascendiendo generaciones. “Es como si Juan Gabriel nunca se hubiera ido”, comentó entre lágrimas una seguidora que viajó desde Toluca para asistir al evento.
La proyección incluyó material inédito del archivo personal del artista, parte de la nueva serie documental “Debo, puedo y quiero”, dirigida por María José Cuevas y recién estrenada en Netflix.
Antes de que las luces se apagaran, Cuevas subió al escenario y, junto con los miles de asistentes, lanzó el grito que se escuchó en toda la Plaza de la Constitución:
“¡Juan Gabriel vive, Juan Gabriel vive!”
El eco de su voz, los coros multitudinarios y las lágrimas del público confirmaron una vez más que, para los mexicanos, el amor eterno a Juan Gabriel no se acaba, solo se transforma en canto y memoria.