En medio de una jornada marcada por la baja participación y el desconcierto ciudadano, la inédita elección judicial vivió una forma insólita de protesta: boletas anuladas con mensajes de denuncia, frustración y burla hacia el sistema de justicia en México.
Durante el proceso para elegir, por voto popular, a jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial, usuarios en redes sociales comenzaron a difundir imágenes de sus boletas tachadas con palabras como “fraude”, “robo” o “mentira”, e incluso con críticas más elaboradas: “Te cambio mi voto por una mujer desaparecida” o “Justicia para el ISSSTE”. Lo que debía ser un ejercicio de participación ciudadana, se transformó en un lienzo de inconformidad.
El fenómeno no fue aislado. Desde diversas entidades, decenas de ciudadanos documentaron su rechazo con tinta negra, convirtiendo las papeletas en espacios de catarsis frente a un proceso que, según múltiples voces, fue impuesto sin suficiente pedagogía cívica ni condiciones de transparencia. La falta de conocimiento sobre las candidaturas, sumada a la complejidad de las boletas, sin rostros, partidos ni logos, pareció incentivar una decisión colectiva: anular con sentido político.
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Más allá del simbolismo, los mensajes revelan una grieta profunda entre la ciudadanía y el aparato judicial. No se trató de simples votos nulos, sino de declaraciones políticas en medio de una elección que buscaba, precisamente, legitimar al sistema que ahora es cuestionado.
Mientras el gobierno federal defiende el ejercicio como un paso hacia la democratización del Poder Judicial, lo ocurrido en las urnas sugiere otra lectura: la de un electorado que, antes que confiar, exige rendición de cuentas. Y que, frente a la ausencia de canales eficaces de diálogo, convierte su voto en protesta.