En México es más fácil ser astronauta que piloto de la Fórmula 1
evangelio | 24 noviembre, 2023

En el mundo del automovilismo se suele decir que es más fácil ser astronauta que piloto de la Fórmula 1. El protagonista de esta historia, lo tuvo que aprender a la mala y a un alto costo económico. “¡Qué pendejo fui!”, es lo primero que expresa cuando empieza a recordar aquellos años en que intentó proyectar a su hijo a la máxima competición de este deporte.

Nos pide que omitamos su nombre por cuestiones de seguridad y porque tampoco se enorgullece de haber sido víctima de lo que califica como “una estafa”. Aclara que no se arrepiente de haber soñado con algún día ver a su hijo en la primera línea, pero afirma que con el tiempo se percató de que se trataba de un anhelo irrisorio.

“Tú puedes tener al mejor piloto en México, pero no hay dinero que te alcance. Mi hijo comenzó desde los Carts, se fue a Europa y estuvo seis años en la Fórmula 3; sin embargo, nosotros somos los que mantenemos a cientos de equipos que te dan pura basura, porque hay miles de pilotos, pero al año solamente uno es el que logra subir a Fórmula 1”.

Ricardo Rodríguez, Pedro Rodríguez, Moisés Solana, Héctor Rebaque, Esteban Gutiérrez y actualmente Sergio “Checo” Pérez, son los únicos seis pilotos mexicanos que han logrado alcanzar la utopía llamada Fórmula 1.

Para nuestro entrevistado, en estos tiempos y siendo mexicano, no existe otra manera de llegar a la competición más que siendo un apadrinado de Carlos Slim y su socio Jimmy Morales, ya que además de comprar deportistas, argumenta que las escuderías lo que adquieren son marcas.

“Mi hijo se fue a vivir allá cuando tenía 15 años y, aunque no te quiero decir cifras, sí puedo decirte que invertí cifras exorbitantes, pues aunado a los gastos de vivienda, se debe destinar recurso para la renta del equipo automovilístico, los mecánicos, entrenamientos, alimentación y una serie de herramientas de alto costo”.

Sumado a esto, comparte que constantemente se veía obligado a solventar con miles de euros fallas que presentaba el automóvil y que no cubría el seguro, de tal manera que la bonita experiencia se fue transformando en una pesadilla.

Al paso de seis años, agradece que un amigo tuvo el gesto de hacerle ver que estaba “tirando” su dinero y entendió que las empresas que respaldaban a su hijo no serían suficientes para un deporte que cada vez exige mayores relaciones públicas.

Que “Checo” Pérez contabilice un acompañamiento de 15 patrocinadores y en la actual temporada ostente un salario de 10 millones de dólares con su equipo Red Bull no es una casualidad, pues para muchos, es un trabajo que se ha venido gestando desde hace tiempo y cuyo actor principal es su papá: Antonio Pérez Garibay.

“Su padre y yo llegamos a correr juntos, entonces siempre vimos que dentro de sus cualidades estaba el ser sociable, su simpatía y ser un buen vendedor, cosas que le sirvieron para ir tejiendo relaciones con Carlos Slim y Jimmy Morales, mismas que a la larga se tradujeron en un apoyo a su hijo”, acota el entrevistado.

Falta de proyección

En 2010, la Federación Mexicana de Automovilismo Deportivo (Femadec), en conjunto con la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), presentaron el proyecto “Un mexicano rumbo a la F1”, el cual tenía como objetivo detectar talentos infantiles e impulsarlos en el deporte motor.

La idea central de aquella iniciativa, se basaba en que cada instituto del deporte de cada estado del país eligiera a dos prospectos del cartismo que oscilaran entre los 10 y 14 años, para que posteriormente compitieran en un circuito nacional de diez fechas.

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Para adquirir los autos Cart, la Conade hizo una inversión de 66 mil pesos, en tanto que las entidades que albergaron las fechas del serial cubrieron los gastos del evento, todo esto bajo la convicción de que el origen de los grandes pilotos estaba en el cartismo. No obstante, el programa llegó a su fin en 2016.

Carlos Ruano, quien es miembro activo del Club Automovilístico (Camac) y cercano al creador de “Un mexicano en la F1”, José Sánchez Jassen, señala que los intentos que se han hecho desde la Femadec para promover este deporte y abrir camino han sido importantes, pero asevera que la zona geográfica es algo que juega en contra.

“Acá en México tenemos el trampolín de Estados Unidos con otros deportes, pero en el caso de las categorías de automovilismo, éstas no forman parte de ningún circuito mundial, entonces no existen plataformas directas a la Fórmula 1 como sí sucede en Europa con un montón de competiciones que te dan mayor exposición”.

Por otra parte, precisa que lo que hacen muchos pilotos en el mundo es “rentar su asiento” en F1, lo que significa que en sus primeras temporadas, en vez de recibir un pago, ellos invierten fuertes cantidades de dinero para poder participar, ya que es la vía que tienen para demostrar su talento con la esperanza de ser contratados por algún equipo.

En el caso específico de México, Carlos Ruano añade que, al ser un país en vía de desarrollo, son pocas las familias que tienen el poder adquisitivo para cubrir un gasto de esta magnitud, por lo que la opción B es acercarse a patrocinadores de alcance internacional, algo que también escasea en el país.

Un espejismo

En junio del año pasado, cuando “Checo” Pérez ganó el Gran Premio de Mónaco, se hizo viral un video donde aparece el mexicano celebrando su victoria histórica en un yate y en completo estado de ebriedad.

Sin embargo, nuestro primer entrevistado asegura que la imagen de rockstar en el automovilismo es un mito, ya que al acompañar a su hijo por la aventura en el viejo continente, pudo ser testigo de las jornadas exhaustivas de entrenamiento a las que se someten los pilotos.

“Todo el mundo piensa que el mundo del automovilismo es el show, la diversión y las mujeres, pero nada más falso que eso. Se trata de una vida muy sacrificada, donde los pilotos tienen que entrenar seis horas al día, estar en los gimnasios y correr todas las mañanas. El festejo que vimos de Sergio Pérez será en Fórmula 1 y solamente por un día, porque la realidad es que es una friega”.

La imagen que se proyecta en México de “Checo” Pérez ha hecho que los más chicos comiencen a ilusionarse con un deporte que hasta no hace mucho aparecía como lejano. Ahora anhelan con competir bajo el nombre de una escudería, pero tampoco existe mucha información sobre los requerimientos para lograrlo.

Está claro que atrás quedaron los tiempos del argentino Juan Manuel Fangio y sus cinco títulos obtenidos con un equipo automotriz modesto. Con la experiencia y la decepción de haberlo intentado, al protagonista de esta historia le preguntamos qué sería lo que les aconsejaría a aquellos niños que sueñan con alcanzar la Fórmula 1. Su respuesta es contundente: “Que no dejen pobres a sus padres”.

 

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