Los nuevos aranceles del 50 % aplicados por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a importaciones procedentes de Brasil comenzaron a regir este miércoles, como respuesta directa a lo que calificó como una “caza de brujas” contra el expresidente Jair Bolsonaro.
La medida, que incrementa los gravámenes desde el 10% previo, se interpreta como un acto de presión política contra el actual mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.
Trump acusó al gobierno de Lula de representar una “amenaza inusual y extraordinaria” para la región, y manifestó su rechazo al juicio que enfrenta Bolsonaro por su presunta participación en un intento de golpe de Estado.
La administración estadounidense vinculó directamente estas decisiones con la política interna brasileña, marcando un nuevo punto de tensión diplomática entre ambas naciones.
A pesar del aumento arancelario, Washington excluyó de la lista a productos clave para la economía brasileña como el jugo de naranja, energía, aeronaves y sus componentes, fertilizantes, metales preciosos, pasta de celulosa y arrabio.
Estas excepciones muestran una estrategia selectiva para evitar un colapso total en sectores de interés común.
Sin embargo, bienes de alto valor comercial como el café y la carne sí quedaron incluidos en la nueva política, lo que podría afectar significativamente el intercambio bilateral.
Analistas advierten que estas acciones podrían generar represalias por parte de Brasil y complicar aún más la relación económica entre ambos países.