La noche de sábado pintaba para algo especial. El Estadio Francisco Villa en el oriente de Morelia, se llenó de vida y música con la compañía de miles de personas, entre público y artistas que se reunieron en torno al rock y el ska mexicano, en el festival ¡Jalo! Por la Música.
Previo a la presentación de los actos estelares de la noche, 18 bandas locales abrieron la escena con shows diversos, entre pop, rock, metal y un par de cumbias, la “artisteada” moreliana compartió su talento.
Al paso de la noche, el ambiente en el recinto iba en aumento. La expectativa estaba a tope, desde las gradas, en la cancha general y en los asientos reservados, el público moreliano esperaba con ansias presenciar los shows de dos bandas íconos en la historia del ska mexicano.
Cuando la última banda local, Chile Vudú, abandonó el escenario principal para cerrar la presentación del talento moreliano, tocó el turno de presenciar el flashmob de más de 100 artistas en los tres escenarios desplegados en el Estadio.
Al ritmo de Música Ligera, el “venus” vibró en una sola voz. No había un alma en ese recinto que cantara el coro de Cerati, sólo para darle paso a la banda Kiss y el clásico, “I was made for lovin’ you”, seguido de “Paradise City” de Gun’s N’ Roses, y una versión muy especial de “Caminos de Michoacán”, un toque rap y rock para empatar.
Con los ánimos a tope, tocó el turno de recibir a El Gran Silencio, el ensamble de músicos ocupó el stage y en cuestión de segundo ya tenían a miles bailando.
Con canciones como “Prende la vela” y “Claustrofobia”, los norteños brindaron un show que puso a bailar hasta el más escéptico. El humo se veía a la distancia, aunque la confusión quedó entre si era por el “polvadero” del baile o por la quema de sustancias para relajar el cuerpo a moverse.
Rolas como “Lo que fue no será” y “Círculo de amor” se corearon letra por letra, mientras los músicos iban sentando el ambiente a un danzón de cumbia, la noche se había convertido en una fiesta total.
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Entre el público, los jóvenes y no tan jóvenes se apropiaron de las canchas como pista de baile profesional. Unas cumbias, unos pasos y el inconfundible dulzor de un ska bien bailado.
Para el final del show, éxitos imperdibles como “Duerme soñando”, “Chuntaro Style” y “Pachuco” en un homenaje a Eulalio Cervantes “El Sax”, saxofonista de la Maldita Vecindad, fueron la cereza del pastel para esperar con ansias a los estelares de la noche.
Minutos antes de medianoche, entre los chiflidos, las caras cansadas y unos cuantos rendidos disfrutando del show desde el pasto, las luces en el Estadio Francisco Villa se fundieron una última vez, y de pronto, un cráneo apareció en pantallas con la leyenda el “Panteón Rococó”.
Sin darnos chance de prepararnos, Dr. Shenka subió a escena con la banda completa para abrir el show con “Arréglame el alma”, todo rastro de cansancio desapareció, y el ambiente se encendió, la fiesta del ska mexicano estaba en su apogeo.
Con un ensamble más o menos rejuvenecido, la icónica banda celebró con el público moreliano más de 30 años de carrera, una celebración que nos llevó a recorrer toda la historia del Panteón.
Canciones como “Esta Noche”, “Estrella Roja” y “Asesinos”, fueron la antesala para éxitos como “Vendedora de Caricias”, “Acábame de Matar” y “La Rubia y el Demonio”.
Para la mitad del show, Shenka aprovechó el espacio para agradecer a los morelianos por reunirse en torno a la música, crecer y educar a nuevas generaciones, además felicitó a los artistas locales que tomaron el escenario previo a su presentación.
Al cierre de la noche, el público coreó rolas como “La Carencia” y “La Dosis Perfecta”, el combo de ska que todo fanático muere por bailar en vivo.
Así, cansados, sudados y empolvados, salíamos del Estadio Francisco Villa, con los pies a reventar pero la satisfacción de una noche sin igual.