El mundo onírico ha fascinado a la humanidad desde tiempos ancestrales. Civilizaciones antiguas como Egipto, Roma y China veían en los sueños mensajes de dioses, espíritus o ancestros. Incluso en Papúa Nueva Guinea, todavía hoy se interpretan como viajes del alma capaces de anticipar sucesos.
En Occidente, las teorías de Sigmund Freud y Carl Jung marcaron la pauta. Freud veía los sueños como deseos reprimidos del inconsciente, mientras que Jung los entendía como diálogos entre el yo consciente y el subconsciente, donde aparecen arquetipos universales que cruzan culturas.
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Pero la interpretación no es uniforme: lo que en Occidente puede verse como símbolo de peligro o sexualidad, en culturas hindúes o indígenas de América puede relacionarse con fertilidad o abundancia.
En Zambia, en cambio, una serpiente en sueños puede considerarse signo de la presencia del mal.
Los expertos coinciden en que los sueños, más que certezas, reflejan cosmovisiones culturales y estados emocionales.
Como explica el antropólogo Robin Sheriff, entender lo que una comunidad cree sobre sus sueños es entender buena parte de su cultura.