En el empate a tres goles entre México y Uzbekistán pasó de todo: Raúl Jiménez marcó un doblete, Guillermo Ochoa se comió un gol inverosímil, la selección asiática demostró que sabe ser contundente, se registró una anotación atípica y por increíble que parezca, la afición logró divertirse en uno de los llamados “juegos moleros”.
Lo que en el papel parecía ser un partido de trámite para el seleccionado azteca y así liberarse del mal sabor de boca que dejó el empate de hace unos días ante Australia, terminó siendo un dolor de cabeza para el entrenador Jaime Lozano.
La posesión del balón estuvo absolutamente a favor del Tri, pero el rival no se mostraba incómodo. Con un parado sólido en la defensiva, Uzbekistán esperó su oportunidad y la obtuvo al minuto 18, cuando Abdixolikov se anticipó entre dos defensas y con un cabezazo mandó el balón al ángulo para el 1-0.
Apenas los asiáticos estaban ordenando de nueva cuenta su muralla, cuando Raúl Jiménez hizo una recepción dirigida y definió cruzado para empatar el juego y de paso acabar con la malaria que lo perseguía desde noviembre del año pasado, fecha en que había hecho su última anotación que no fuera por la vía penal.
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México insistió y Uzbekistán soportó. Parecía que los 45 minutos se iban con el 1-1, pero el conjunto asiático la hizo de nuevo: aprovechó la desconcentración defensiva y Azizbek Turgunboev se encontró con un balón que colocó al poste más lejano de Guillermo Ochoa para el 2-1.
A sabiendas de que su puesto no está seguro de aquí al Mundial de 2026, Jaime Lozano no dudó en la segunda parte y decidió ingresar al campo a Santiago Giménez para que se acompañara con Raúl Jiménez en la delantera.
Corría el minuto 81 y las críticas de la derrota comenzaban a merodear la cancha de Atlanta; sin embargo, Raúl Jiménez tenía más para dar y en una jugada fortuita, supo anticiparse a su defensa y bombear la pelota que lentamente se incrustó en las redes para el 2-2.
Con el empuje de la gente y el nerviosismo de los futbolistas de Uzbekistán, México se fue en busca del triunfo, el cual consiguió momentáneamente cuando, tras un disparo de Raúl Jiménez, un rebote fue a dar a la humanidad de Uriel Antuna y así, el traicionero balón, terminó colándose a la portería rival.
Los paisanos ya celebraban la victoria en el graderío del Mercedes-Benz Stadium, pero no contaban que en el último balón parado que tendría Uzbekistán, Guillermo Ochoa atajaría de mala manera el disparo de Shukurov permitiendo el 3-3 final.
Dos empates ante dos rivales aparentemente más débiles fue el saldo para México en la fecha FIFA. Habrá que esperar cómo le va al seleccionado nacional en el llamado “tercer tiempo”, cuando se enfrenten a las críticas de la prensa y la opinión pública.