La reciente Cumbre del G20 fue un escenario clave para que los líderes mundiales abordaran temas críticos que afectan a la comunidad global.
La declaración resultante destaca la urgencia de enfrentar la situación política y económica internacional, así como la necesidad de combatir el hambre y la pobreza, avanzar hacia un desarrollo sostenible y abordar los desafíos del cambio climático.
En el ámbito económico, se hizo hincapié en la responsabilidad colectiva que comparten los países para gestionar la economía global de manera efectiva.
Los líderes se comprometieron a trabajar hacia el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y expresaron su preocupación por la creciente desigualdad y el sufrimiento humano exacerbado por conflictos y guerras en diferentes partes del mundo.
Se subrayó la importancia de actuar con rapidez para mejorar el cumplimiento de los ODS para 2030, reconociendo que la desigualdad es un factor clave en muchos de los problemas globales actuales. Se plantearon políticas fiscales progresivas y reformas que no solo fomenten el crecimiento, sino que también atraigan inversiones públicas y privadas, lo que es esencial para mejorar la productividad.
La declaración también abordó conflictos específicos, haciendo un llamado a la comunidad internacional a respetar la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional. En particular, se mencionaron la grave situación en la Franja de Gaza y la escalada de tensiones en Líbano, con un enfoque en la necesidad de ampliar los flujos de ayuda humanitaria y proteger a los civiles.
La afirmación del derecho de Palestina a la autodeterminación y la búsqueda de una solución de dos Estados fueron puntos centrales del debate.
Respecto a la situación en Ucrania, los líderes manifestaron su apoyo a iniciativas que busquen establecer una paz duradera. La reforma del Consejo de Seguridad de la ONU también fue un tema importante, con un consenso sobre la necesidad de que este organismo refleje mejor las realidades y demandas del siglo XXI, asegurando una representación adecuada de regiones como África, Asia-Pacífico y América Latina.
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En términos de cambio climático, se reconoció la urgencia de la situación y el compromiso de seguir trabajando para limitar el aumento de la temperatura global a 1.5 grados centígrados sobre los niveles preindustriales.
Se hizo hincapié en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, la disminución del uso de combustibles fósiles y el impulso hacia una producción de energía limpia, sostenible y asequible, en consonancia con los ODS, el Acuerdo de París y la próxima COP28.
En resumen, la cumbre representa un esfuerzo significativo para abordar algunos de los desafíos más apremiantes que enfrenta el mundo, y la colaboración internacional será crucial para lograr avances en estas áreas.